La expresión de Benicio cambió en un instante.
—¿A qué te refieres?
—Necesito desinfectarme. Ya te lo dije, tus manos están sucias —Estefanía roció el alcohol con una tranquilidad absoluta, luego dejó el frasco sobre la mesita junto a la cama.
—Tú... —Benicio se quedó sin palabras, sintiendo cómo ella lo desafiaba de nuevo.
Sin darle más importancia, Estefanía soltó el frasco y se dio media vuelta, acomodándose para dormir.
Las sábanas recién cambiadas desprendían un aroma suave y relajante. Estefanía se perdió en esa sensación, ignorando por completo lo que Benicio hiciera a su lado.
Pasaron varios minutos hasta que la voz de Benicio rompió el silencio desde su espalda.
—Estefanía, tengo unas preguntas para ti.
Ella, con los ojos cerrados, no respondió.
—¿Cómo conseguiste el video de las cámaras?
Vaya, se lo esperaba. Benicio no era de regresar a casa si no había algo detrás, y mucho menos para hablar de cualquier cosa. Por supuesto, no pensaba decirle nada, así que lo ignoró.
—Estefanía, no sabía que fueras tan hábil. ¿Quién te enseñó? ¿Fue Noel? —El nombre “Noel” salió de su boca cargado de veneno.
—No —respondió Estefanía, alzando la voz solo para no involucrar a Noel en sus problemas.
—¿Entonces quién te ayudó? Dímelo.
Por lo visto, Benicio no se iba a ir a dormir si no conseguía una respuesta.
—No te desgastes, Benicio. No pienso decírtelo.
—Estefanía, no seas terca. ¿De verdad crees que las autoridades no podrían averiguar quién lo hizo con la tecnología de hoy?
Estefanía se dio la vuelta para mirarlo de frente y le soltó:
—Pues sí, no lo podrías averiguar tú.
—¿Quieres que retire la denuncia y que me reconcilie con Cristina y tus amigos? —Estefanía fue directa.
—Sí —admitió Benicio—. Perdóname, Estefanía, pero necesito proteger a Cris. Ella es la única luz que tuve en mis peores momentos.
El alma de Estefanía se desplomó.
¿En serio, Benicio? ¿Decirle a tu esposa que otra mujer es tu única luz… y esperar que te eche la mano?
—Estefanía —insistió Benicio—. Sabes que mi abuela es la persona más importante de mi vida. Cristina y su mamá le deben la vida a mi abuela. La mamá de Cris es doctora y fue quien la atendió cuando estuvo grave. Tú sabes que en ese tiempo ya no tenía relación con mi familia. Mis papás no se hicieron cargo, yo seguía en la prepa y tenía que ir al hospital a llevarle comida a mi abuela en la mañana, al mediodía y en la noche. Un día, mi abuela me dijo que ya no hacía falta que fuera por la mañana y al mediodía, porque había voluntarios ayudando. Solo me pidió que fuera en la noche. Una noche que llegué, vi una botella llena de grullas de papel junto a la cama. Mi abuela me dijo que era un regalo de una voluntaria. Que le había dicho que mil grullas significaban mil bendiciones, y que seguro se pondría bien.
La voz de Benicio se quebró un poco.
—Al final, mi abuela no logró recuperarse. Las mil grullas no fueron más que un deseo. Pero, Estefanía, ¿puedes imaginar lo solo que me sentía, cargando todo eso en un mundo donde no había nada más que oscuridad para mí? La chica que me ayudó, la que iluminó mi mundo con esas grullas cuando cuidaba a mi abuela, era Cris. No pensé volver a verla, pero el destino la puso en mi camino en la universidad. Por eso, sin importar lo que pase, Cris siempre será esa luz en mi vida.
Estefanía escuchó en silencio. Al final, no pudo evitar soltar una carcajada.
Benicio, ¿de verdad estás tan seguro de que esa voluntaria que hacía grullas de papel era Cristina?

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Baile de Despedida del Cisne Cojo
Es verdad sale muy caro liberar capitulos...
Muy bonita la novela me encanta pero pueden liberar mas capitulos yo compre capitulos pero liberar mas capitulos sale mas caro...
Muy bonita novela desde principio cada capítulo es un suspenso...