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El Baile de Despedida del Cisne Cojo romance Capítulo 137

Elvira dijo eso y dejó a Estefanía completamente sorprendida.

Desde que se había casado, Elvira siempre la cuidó con esmero, pensando en ella como mujer, poniéndose en su lugar. Pero, como Benicio lo había dicho antes, Elvira recibía su salario de él, y al final debía obedecerlo.

Sin embargo, en ese momento, Elvira la sujetó fuerte del brazo, enfrentándose a Benicio por primera vez. Temblaba, sí, pero no se movía ni un centímetro, determinada como nunca.

Cristina, por su parte, volvió a poner cara de víctima, con los ojos llenos de lágrimas, apretando los labios y sin atreverse a decir nada, como si el mundo entero la hubiera ofendido.

Benicio no soportaba verla así. En cuanto notó su expresión, su semblante cambió por completo, sus ojos se oscurecieron y la tensión llenó el ambiente.

—Elvira, ¿ya no quieres seguir trabajando aquí o qué? —lanzó, la voz cargada de amenaza.

Elvira tembló.

Era evidente que tenía miedo, pero también una terquedad imposible de ignorar.

Benicio la miró con una dureza aún mayor.

—¿Y tu hija? ¿Tampoco quiere seguir estudiando?

Ese era el punto débil de Elvira.

Ella venía del campo, había logrado huir de un esposo abusivo y mujeriego, y llegó a la ciudad con su hija buscando un mejor futuro. Gracias a su dedicación al cuidar de Estefanía, Benicio se encargó de conseguirle escuela a la niña.

Ahora Benicio usaba eso para amenazarla. ¡Qué miserable!

—¡Benicio! —exclamó Estefanía, ya sin contenerse—. ¿De verdad le vas a decir eso a Elvira? ¿Qué clase de persona eres tú para amenazarla así?

Pero Benicio no se inmutó ante el reproche. Se limitó a mirarla desde arriba, despectivo.

—Como jefe de una empresa, si la empleada que contraté no solo desobedece, sino que ni siquiera sabe lo que es el respeto, ¿para qué la quiero entonces?

Cristina no se quedó atrás y, tomándole el brazo a Benicio, comenzó su actuación.

—Beni, no, para nada, no quiero que Estefanía me pida disculpas, ¿cómo podría pedirle eso? Yo vine a pedirle perdón a ella. Beni, no quiero que peleen, en serio, no quiero que discutan...

—¡Claro! —intervino Estefanía—. No quieres que peleemos, lo único que quieres es verme fuera de aquí, ¿verdad?

—¡Estefanía! —bramó Benicio—. ¿Sabes lo grave que es acusar a alguien de intento de asesinato? ¿Cómo puedes cargarle semejante culpa a Cris?

Estefanía soltó una risa amarga.

—¿Y ella sí pudo intentar quemarme viva y yo tengo que callarme? ¿Tengo que quedarme con los brazos cruzados?

—Ya te dijeron mil veces que fue un accidente, ¿vas a seguir con lo mismo? —Benicio perdió el control—. Ella vino a disculparse contigo, ¿qué más quieres?

—¿Disculpa? —Estefanía encaró a Cristina—. A ver, dime, ¿tú viniste a pedirme perdón? ¿O fui yo la que no aceptó y por eso terminamos peleando en la entrada? ¿Tú no pudiste conmigo y terminaste en el suelo, cierto?

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