El Baile de Despedida del Cisne Cojo romance Capítulo 148

¿Una carta de amor?

Estefanía ni siquiera recordaba que Diego alguna vez le hubiera escrito una carta de amor.

Volteó para mirar, pero de pronto Benicio la cargó en brazos y salió rápido del salón privado.

Los demás compañeros se quedaron viendo entre sí, desconcertados: ¿¿¿Qué??? ¿Diego estuvo enamorado de Estefanía?

Diego forcejeaba entre las manos de varios chicos.

—¡Suéltenme! ¡Voy a ir a romperle la cara a ese infeliz de Benicio! ¡Ese farsante!

—Diego, ya estás borracho, cálmate —intentaban retenerlo como podían, temiendo que en serio fuera a buscar pleito con Benicio.

—¿Por qué vino Benicio? ¿Quién lo invitó? —preguntó alguien.

—Fui yo… —levantó la mano otro compañero, abatido—. Me dijo que venía por Estefanía, si hubiera sabido, ni le cuento dónde estábamos.

—¿Y por qué no? —aún furioso, Diego se retorcía—. ¡Al contrario, que venga! ¡Yo sí quiero que venga para poder ponerlo en su lugar!

—¡Diego!

—¡No me detengan! ¿Saben cuánto le gusta bailar a Estefanía? ¡Siempre baila! En la mañana, al salir de la escuela, después de clases, hasta caminando se avienta sus marometas. Ella ama bailar, y ahora por culpa de su pierna… imagínense cuánto debe estar sufriendo. ¡Y ese maldito de Benicio todavía nos decía que Estefanía no quería salir, como si todo estuviera bien! Si aquí no hay algo raro, entonces no me llamo Diego —gritó, temblando de rabia—. ¿Dónde está Benicio? ¡Que salga ese desgraciado! ¡Quiero que me explique!

Pero Benicio ya había salido, llevando a Estefanía en brazos.

Su carro estaba estacionado justo en la calle, cerca de la banqueta. Sosteniendo a Estefanía con un brazo, abrió la puerta y la acomodó en el asiento del copiloto.

Luego rodeó el carro y se sentó al volante. Apenas cerró la puerta, vio que Estefanía intentaba abrirla para bajarse, así que de inmediato activó el seguro.

—Abre la puerta, quiero bajarme —sentía la cabeza cada vez más pesada; el efecto del alcohol le iba llegando poco a poco.

—Estás borracha, Estefanía —la voz de Benicio sonó seca y cortante.