Entrar Via

El Baile de Despedida del Cisne Cojo romance Capítulo 176

—Ah, mi abuelita ya estaba cansada de escuchar a mis papás discutir, así que decidió irse un rato, alejarse para no ver ni oír nada. Después de comer, le compré un boleto para ir a visitar a una amiga suya en la ciudad vecina, de paso para que se distraiga un poco.

—Pues, creo que está bien —asintió Benicio—. Pero, entonces, nuestra abuelita no va a estar en el viaje. ¿Cuándo vuelve? ¿La esperamos para viajar?

¿Todavía se acordaba del viaje? Yo pensé que ya se le había olvidado por completo.

—Ya veremos —le respondí, sin ganas de explicarle más.

¿Para qué esperar? La verdad, el viaje ya estaba a la vuelta de la esquina, pero no tenía nada que ver con él. Ese viaje era solo mío.

Benicio se quedó observando mientras yo seguía ordenando la ropa.

—¿Por qué hoy tienes tanta ropa que mover? —me miró extrañado.

—Estoy guardando la ropa de otoño e invierno y sacando la de verano —le solté cualquier excusa.

Obviamente, no iba a decirle que estaba pensando deshacerme de toda esa ropa. No podía llevarme tantas cosas. Ya las había puesto a la venta en una plataforma en línea de segunda mano. Si alguien se animaba a comprar en estos días, pues la vendía. Y si nadie la quería, el último día llamaría para que vinieran a recogerla toda.

De pronto, mi celular sonó. Era un mensaje de la plataforma de segunda mano, un posible comprador estaba preguntando por una prenda.

Fui a tomar el celular, pero Benicio se me adelantó y lo agarró primero.

—¿Estás usando la plataforma de segunda mano? ¿Vas a comprar algo o estás vendiendo? —preguntó, viendo solo la notificación, porque no podía ver el mensaje completo.

—¿También sabes usar la plataforma? —le quité el celular de las manos.

—¿Por qué no habría de saber? A ver, déjame ver —intentó desbloquearlo. Sabía de la plataforma porque Cristina una vez le mostró que ahí vendían bolsas de marca usadas a buen precio.

Claro, él nunca la dejó comprar nada de segunda mano, le compró una nueva. Pero igual, ahora todo eso ya se lo había quitado Estefanía…

No sé qué le pasó por la cabeza, pero de pronto puso el celular frente a mi cara para desbloquearlo. Vio el mensaje: un comprador preguntaba el precio de un abrigo.

Benicio se llenó de dudas.

—Sra. Téllez, ¿te falta comida, te falta ropa? ¿A poco tienes que andar vendiendo tu ropa?

Puse los ojos en blanco y le arrebaté el celular.

—¿Tú qué sabes? Ya no tengo espacio para tanta ropa. Prefiero deshacerme de lo que ya no me gusta.

—¿O sea que me estás diciendo que la casa está muy chica? —miró alrededor del vestidor—. Sí, la verdad está apretado, pero ya compramos una casa nueva, ¿no?

—Lo que ya no me gusta no lo voy a volver a usar, mejor lo vendo barato y que alguien más lo aproveche. —El comprador estaba regateando, así que acepté el precio y le respondí.

Benicio frunció el ceño y asintió.

—Bueno, tienes razón. Al menos ese pensamiento tuyo es muy ecológico.

Yo seguí escribiéndole al comprador, sin hacerle mucho caso. Cuando cerré el trato y el comprador pagó, Benicio me miró con curiosidad.

—¿Así de fácil ya vendiste?

Nuestro precio es solo 1/4 del de otros proveedores

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Baile de Despedida del Cisne Cojo