El Baile de Despedida del Cisne Cojo romance Capítulo 184

Quien había llegado era, ni más ni menos, Benicio.

Por supuesto, no venía solo. Detrás de él caminaban su chofer y varios hombres a quienes Estefanía no recordaba haber visto antes, todos vestidos con trajes negros, altos y corpulentos.

Los papás de Estefanía venían en medio de ese grupo, cabizbajos, con la energía por los suelos.

Ese día, el semblante de Benicio era especialmente serio.

Siempre que se presentaba ante la familia de Estefanía, Benicio se había mostrado amable y generoso, dispuesto a ayudar en todo, con la imagen de un caballero impecable. Pero la gente se acostumbra a la suavidad y termina olvidando que, si de verdad fuera alguien tan blando, ¿cómo habría logrado abrirse paso en el mundo de los negocios siendo tan joven?

La última vez en casa de la abuela, Benicio ya había dejado ver una parte de su verdadero carácter. Pero hoy, la función apenas estaba comenzando.

Cuando Benicio se ponía serio, podía llegar a intimidar mucho.

Una persona puede reír, enojarse, mostrar emociones a flor de piel y eso no resulta tan amenazante. Es cuando alguien parece tan calmado que no deja entrever nada, cuando de verdad da miedo.

Nadie sabe qué clase de tormenta puede estar gestándose bajo las aguas tranquilas.

Por eso, cuando Benicio atravesó la puerta de la oficina sin mostrar la menor emoción en el rostro, la atmósfera se volvió tensa de inmediato, como si hubieran congelado el aire. Ariel ni siquiera se atrevía a respirar fuerte.

Benicio fue directo hacia Estefanía y le tomó la mano.

Frente a él estaba Ariel.

Ariel agachó la cabeza al instante, incapaz de sostenerle la mirada.

Los hombres de negro avanzaron unos pasos y, con ellos, Marcelo y Olivia, que parecían avanzar a rastras, como si cada paso les costara el alma. Al final, los dos quedaron parados junto a Ariel, rodeados por los hombres de Benicio y el chofer.

—Yerno… esto… ¿qué significa esto? —balbuceó Marcelo, con la voz temblorosa, tratando de congraciarse.

Benicio, mucho más directo que Estefanía, levantó apenas la mano. El chofer se acercó y le entregó un fajo de documentos.