Estefanía se dio un baño y se cambió la ropa por la que Noel le había comprado. Cuando terminó de arreglarse, Noel volvió a tocar el timbre desde afuera.
—Soy yo, traje algo de comer.
Estefanía abrió la puerta y vio a Noel parado con dos bolsas enormes, llenas de comida del restaurante y frutas frescas.
—Ven, seguro ya te morías de hambre. Come un poco —dijo Noel con una sonrisa, entrando y dejando las bolsas sobre la mesa—. No tenía idea de qué te gustaba, así que compré un poco de todo.
Al mirar la comida, Estefanía supo que eso de “un poco de todo” no era cierto: entre todos los platillos, reconoció de inmediato un pescado al vapor, su favorito.
Siempre le había gustado el pescado preparado así, aunque a Benicio le fascinaba todo lo picante.
Después de todo lo que había pasado esa mañana, tanto Estefanía como Noel tenían el estómago vacío. Entre los dos, terminaron con el pescado, la sopa, el platillo salteado y los vegetales, dejando los platos limpios.
Noel soltó una risita.
—Oye, manita, nosotros no parecemos bailarines para nada.
Estefanía negó con una sonrisa.
—Hace años que dejé todo eso atrás. Ya ni me acuerdo de cómo bailar.
Aunque se estaba permitiendo un pequeño gusto con la comida, seguía siendo algo inusual para ella; después de tantos años de costumbres rígidas, esas cosas no se cambiaban tan fácil.
—Manita, lo que importa es la pasión, no la forma —dijo Noel, llevándose la mano al pecho con expresión teatral—. Si te gusta, siempre lo tendrás en el corazón.
Estefanía asintió, sin agregar nada.
—Descansa un poco, manita. Yo estaré en el cuarto de al lado. Si necesitas algo, solo avísame.
Noel, sin perder tiempo, recogió todo y le dejó el espacio libre, dándole oportunidad de poner en orden sus pensamientos.
—Ah, y otra cosa —añadió antes de salir—. Sí llamé a la policía. Seguro ellos ya se encargaron de lo que pasó después.
Sin embargo, Estefanía ya no pudo recuperar la calma, porque Benicio apareció poco después.
Para entonces, Noel ya estaba a punto de salir rumbo al aeropuerto. Fue a despedirse de Estefanía y pensaba dejarle algo de efectivo, porque sabía que ella no llevaba nada encima y así podría moverse sin problemas.
Cuando Benicio llegó, fue Noel quien abrió la puerta.
Lo primero que vio Benicio al entrar fue a Estefanía sentada al borde de la cama con pijama, y encima de la mesa de noche, una pila de billetes.
—¿Tú qué haces aquí? —preguntó Benicio, clavando en Noel una mirada cargada de hostilidad.
Noel respondió con una sonrisa burlona.
—¿Y tú qué crees? ¿Que debería estar con otra mujer, diciéndole que la elegí a ella?
El rostro de Benicio se transformó en un instante. Se volvió hacia Estefanía, buscando alguna reacción, pero ella lo miró con una expresión impasible, sin emoción alguna en los ojos.

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Baile de Despedida del Cisne Cojo
Es verdad sale muy caro liberar capitulos...
Muy bonita la novela me encanta pero pueden liberar mas capitulos yo compre capitulos pero liberar mas capitulos sale mas caro...
Muy bonita novela desde principio cada capítulo es un suspenso...