El Baile de Despedida del Cisne Cojo romance Capítulo 200

—De apellido Roldán —masculló Benicio apretando los dientes—. Tienes que entender algo: no importa a quién tengas a tu lado, para Estefanía y para mí, eso da igual. ¡Estefanía es mi esposa! ¡Tú no deberías estar cerca de ella!

—¿Ah, sí? —Noel ni se inmutó—. Si no hubiera estado cerca de Estefanía, hoy estaría muerta o, con suerte, desfigurada. ¿Eso es lo que querías ver?

—¡Tú...! —Benicio se lanzó, sujetando a Noel por el cuello de la camisa—. Escúchame, chamaco. No me importa de dónde vengas ni quién respalde a tu familia, pero ¡si crees que puedes fijarte en mi mujer, estás muy equivocado!

Noel apretó el puño, su mirada se volvió gélida.

—Señor Benicio, aclaremos algo de una vez. Ella se llama Estefanía, tiene nombre y apellido, es bailarina, una mujer con sueños y vida propia. No es propiedad de nadie. Ni esposa, ni adorno, ni nada por el estilo.

El rostro de Benicio se tensó de rabia y, sin pensarlo, le soltó un puñetazo directo al mentón a Noel.

—¡Pregúntale! ¡Anda, pregúntale quién es! ¡Pregúntale si es mi mujer! —gritó fuera de sí.

En ese momento, Estefanía corrió y se interpuso entre ellos, protegiendo a Noel con el cuerpo.

—¡Benicio! ¡Lárgate de este cuarto ahora! —exclamó sin titubear.

Benicio la miró atónito, como si no diera crédito a lo que oía.

—¿Qué dijiste? ¡Repítelo si tienes valor!

—Te lo repito claro: te pido que salgas de este cuarto —afirmó Estefanía, firme, cubriendo aún más a Noel.

—¿Me estás pidiendo que me vaya? ¿A mí? —Benicio no podía creerlo y se señaló el pecho—. Estefanía, ¿sabes lo que dices? Si no fuera por mí, ni siquiera estarías hospedada en este hotel.

Noel no se quedó callado.

—Perdón, señor Benicio, pero incluso sin usted, Estefanía habría salido adelante. Habría logrado ser la bailarina reconocida que es hoy, con flores y aplausos por doquier. No estaría aquí por falta de dinero, eso se lo aseguro.

La frase tocó la herida más profunda de Benicio. Si Estefanía no hubiera arruinado su pierna salvándole la vida, nada de esto habría pasado. Y esa culpa lo perseguía día y noche.