Benicio intentó provocar a Noel, pero este ni se inmutó.
Noel simplemente sonrió detrás de Estefanía.
—La responsabilidad de un hombre es proteger a quien más ama, no dejar a esa persona sola justo cuando todo se pone peligroso.
Estefanía soltó una sonrisa cargada de ironía.
—Te equivocas. El señor Benicio sí es un hombre de verdad. Hoy, él protegió a la persona que más quiere.
La verdad era que Estefanía nunca había sido la gran pasión de Benicio. Ni siquiera podía decir que alguna vez fue su amor. Antes, por orgullo, aún trataba de engañarse y no dejar que los demás lo notaran. Ahora, ya no tenía motivos para ocultar nada.
Benicio apretó los ojos con fuerza. Cuando los volvió a abrir, el dolor se le notaba en la mirada.
—Estefanía, no digas eso... No tuve otra opción...
—Claro, no tuviste opción —interrumpió Noel con una sonrisa sarcástica—. No tuviste opción cuando te enredaste con otra mujer. No tuviste opción al pasearte con ella, tanto que hasta los ladrones se confundieron y secuestraron a la persona equivocada. Y cuando tuviste que escoger entre tu esposa y una desconocida, no dudaste ni un segundo en elegir a la otra. Dime, señor Benicio, ¿de dónde sacas tantas excusas?
—Roldán, ¡si te atreves a seguir metiendo cizaña, te voy a sacar a golpes! —Benicio explotó y se lanzó hacia él.
—¡Ya basta! —Estefanía le gritó con tal fuerza que Benicio se quedó congelado en el sitio.
—¿Todavía tienes cara para venir a armar escándalo? —le reclamó ella, fulminándolo con la mirada—. ¿Con qué derecho vienes a lastimar a alguien que me protegió?
—¡Él no tiene buenas intenciones! —se defendió Benicio, señalando a Noel con rabia.
—Ah, claro, tú sí eres puro y bueno... —se burló Estefanía.
Benicio no supo qué decir. Se quedó callado, tragándose el coraje.
Estefanía estaba sinceramente agradecida con Noel por haberla rescatado ese día. Él traía una camioneta llena de tamales para llevar de regreso a Nube de Sal y ya se había retrasado suficiente. Si seguía perdiendo tiempo, se le iba a echar a perder toda la mercancía antes de poder tomar su vuelo de la tarde.
Se volvió hacia Noel.
—Lo que pasó hoy no se puede pagar solo con un “gracias”...
—¿Ah, no? —Benicio rugió detrás de ella—. Si un “gracias” no basta, ¿cuánto dinero quiere? Pídele, yo pago.
Estefanía ni siquiera le prestó atención. Siguió hablando con Noel.
—Vete tranquilo, no quiero que pierdas tu vuelo. Ya después veré cómo agradecerte.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Baile de Despedida del Cisne Cojo
Muy bonita novela desde principio cada capítulo es un suspenso...