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El Baile de Despedida del Cisne Cojo romance Capítulo 211

Estefanía no lograba entender en qué estaba pensando Benicio. ¿Cómo podía imaginar que ella y Cristina aceptarían irse juntas de viaje?

—Benicio, te quiero hacer una pregunta —le soltó Estefanía, sonriendo—. Si vamos los cuatro de viaje, ¿cómo se supone que nos vamos a acomodar?

Benicio se quedó pasmado, sin saber qué responder.

—¿O sea que voy a compartir cuarto con la abuela, y tú con Cristina? —insistió Estefanía, mirándolo de frente.

La expresión de Benicio cambió de inmediato.

—¿Pero qué cosas dices? ¿Acaso somos tan pobres que no podríamos pagar tres habitaciones?

Estefanía apenas esbozó una sonrisa.

—No es como si nunca lo hubieras hecho. ¿Ya olvidaste la vez en Nube de Sal? Yo me quedé sola en un cuarto y tú y Cristina se fueron juntos.

—Eso fue... —Benicio se trabó.

—¿Eso fue qué? —Estefanía le sonrió, mordaz—. ¿Fue porque le prometiste a Cristina que no ibas a hacer cosas de pareja conmigo?

Benicio soltó una risa burlona.

—Ya decía yo que esto te seguía molestando.

Se inclinó y la sujetó, como si quisiera demostrarle algo.

—¿No es eso lo que quieres? —le preguntó, en voz baja.

Estefanía no se movió ni forcejeó, solo lo miró, sintiendo que en ese momento él estaba a punto de lanzarle esa “concesión” como si fuera un favor.

—Tengo mi periodo —le dijo, sin inmutarse.

Pudo haberlo rechazado de forma más tajante, hasta hubiera podido armarle una escena o incluso morderlo otra vez. Pero ya estaba cansada. Se sentía agotada y sin ganas de pelear.

Benicio se quedó inclinado sobre ella, observándola en silencio por un buen rato.

—Si es así, la verdad sí sería incómodo ir a la playa.

—No, no es que me incomode ir a la playa. Es que no quiero viajar con ustedes. —Habló con sinceridad—. Ni la abuela ni yo queremos verlos juntos.

Ella y la abuela estaban listas para empezar una nueva vida. Benicio era esa vieja cicatriz que, por fin, debía arrancarse de la piel para dejar que la herida sanara y pudiera crecer algo nuevo.

Sabía que la abuela la apoyaría.

Pero Benicio no entendió el mensaje. Pensó que Estefanía se refería a que la abuela no quería verlo con otra mujer, y de inmediato creyó comprender la situación. Según él, la gente mayor siempre era más conservadora.

—Estefanía... —dijo, mientras se recostaba sobre ella encima de la cobija, la abrazaba de golpe y apoyaba la cara en su hombro—. Entonces este viaje...

Estefanía sintió ganas de jugar un poco.

Dejó que la abrazara. Ni lo empujó ni lo trató con indiferencia. Solo le sonrió y preguntó:

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