En el fondo, Gregorio se estaba preocupando de más. No tenía por qué pelearse tanto por quedar bien, porque Benicio iba a elegir a Cristina de todas formas.
Cristina estaba atrapada, sin poder salir, con las lágrimas corriéndole por las mejillas. Gregorio intentó defenderla, pero ella, entre sollozos, se volvió hacia él.
—¡No digas tonterías! ¡No estoy sufriendo!
Apenas terminó de hablar, se aferró al brazo de Benicio, los ojos llenos de lágrimas.
—Beni, de verdad, no estoy sufriendo, vine aquí precisamente para disculparme con tu esposa, ya había pensado que podía pasar cualquier cosa. Lo que me dijera tu esposa, yo lo iba a aceptar. Yo solo… solo estoy muy triste… No solo no pude ayudarte, sino que todo salió peor, y ahora tu esposa está más enojada… Perdón, Beni…
En la cara de Benicio ya casi se desbordaba la compasión. Frunció el ceño y se volvió hacia Estefanía.
—Estefanía, escucha bien, Cris es mucho más madura que tú, de verdad.
Estefanía tenía la mirada fija en Cristina. Vio claramente esa sonrisa triunfante que se dibujó en sus labios, aunque solo duró un segundo. En cuanto Benicio la miró, Cristina volvió a ponerse en el papel de víctima.
Estefanía no pudo evitar admirar ese talento para el drama, así que, siguiendo la línea de Benicio, soltó una carcajada sarcástica.
—Claro, por eso ella es la que debería ser la señora Téllez, ¿no? Si ya te dije que le cedo el lugar, ¿por qué no aceptas de una vez?
La frase encendió aún más a Benicio, que ya mostraba señales de molestia.
—Estefanía, ¿de verdad crees que no me atrevo? ¿O es que no te das cuenta por qué no estoy de acuerdo?
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Baile de Despedida del Cisne Cojo
Muy bonita novela desde principio cada capítulo es un suspenso...