Estefanía soltó una carcajada.
A decir verdad, ella también había pasado por situaciones así desde pequeña: los entrenamientos de baile le dejaban agotada y, para colmo, siempre andaba a dieta y su cuerpo no alcanzaba a recuperarse.
Aunque hoy no le tocaba bailar, sino encargarse de la logística, igual estaba molida. Y sí, tenía hambre, pero no era la única. Esa noche, en un país ajeno, todos se habían reunido alrededor de los botes de comida instantánea, esperando a que estuvieran listos mientras el aroma se colaba por el aire. La verdad es que el momento tenía su encanto.
En ese instante, el celular de Estefanía vibró con una videollamada. Era Benicio.
Recordaba que él le había mandado un mensaje diciendo que ya había regresado a Puerto Maristes, así que seguramente ya había recibido los papeles del divorcio y ahora le estaba respondiendo.
Sin hacer ruido, Estefanía tomó el celular y se fue al baño para contestar.
No esperaba, sin embargo, que la cara que apareciera en la pantalla fuera la de Cristina.
—Estefanía.
Cristina la llamó por su nombre y empezó a moverse con el celular en la mano.
Estefanía reconoció al instante el escenario: Cristina estaba en su casa. No, en la casa donde había vivido cinco años con Benicio. Caminaba del salón a la cocina como si nada.
En la cocina, Benicio estaba cocinando.
Vaya, ¿de verdad habían llamado solo para presumirle su nueva vida juntos?
—¡Beni! —la voz de Cristina sonó apurada—. ¡Ven a hablar con Estefanía!
Benicio apenas se giró para mirarla. Le lanzó una mirada fugaz y volvió a lo suyo, ocupado con las ollas y el sartén.
—¡Beni, explícale a Estefanía! —insistió Cristina, nerviosa.
Benicio ni siquiera se molestó en contestar.
Así que Cristina continuó, hablando directamente a Estefanía:
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Baile de Despedida del Cisne Cojo
Muy bonita novela desde principio cada capítulo es un suspenso...