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El Baile de Despedida del Cisne Cojo romance Capítulo 229

Benicio ni siquiera se tomó la molestia de mirar lo que decía el acuerdo de divorcio. Solo con esas pocas líneas que Estefanía le había dejado, soltó una risa burlona y aventó los papeles sobre la mesa.

Cristina, dudando, extendió la mano para tomar el montón de hojas. Al ver que Benicio no la detenía, se atrevió a agarrarlas con más confianza. Le echó un vistazo rápido, hojeando de manera superficial, para luego leer con detalle cada frase. Confirmó que Estefanía no había mencionado nada sobre el verdadero motivo de su voluntariado. Solo entonces pudo relajarse.

Sin embargo, también se sorprendió al ver que Benicio había puesto tantas casas a nombre de Estefanía, ¡y hasta acciones de la empresa! Aunque Estefanía rechazara toda la herencia familiar, con ese divorcio ya tenía asegurada la libertad financiera.

—Beni... —susurró Cristina—, no te pongas triste por el divorcio de Estefanía...

En realidad, quería decirle: “Estefanía te deja, pero todavía nos tienes a nosotros”. Sin embargo, antes de terminar la frase, Benicio la interrumpió.

—Eso no va a pasar —declaró Benicio, seguro—. Solo está haciendo un berrinche, no es la primera vez que lo hace. Siempre amenaza con divorciarse cuando se enoja... Nada más está molesta.

Mientras hablaba, sacó su celular y empezó a buscar en internet. Tal como imaginaba, encontró una noticia: una academia de danza, junto con varios grupos, había iniciado una gira por Europa que duraría un mes.

Benicio respiró aliviado.

—Solo será un mes. Cuando regrese... cuando vuelva, tengo que ponerle límites. ¡Es demasiado terca!

Los ojos de Cristina se llenaron de decepción.

—Beni, todo esto es culpa mía. Si no te hubiera convencido de ir primero a la playa conmigo, Estefanía no se habría ido. Lo siento mucho.

—No tiene nada que ver contigo —respondió Benicio—. Por cierto, ¿no estás cansada de andar conmigo de un lado para otro? ¿Por qué no te vas a descansar un rato?

—No estoy cansada —negó Cristina sacudiendo la cabeza—. En un momento como este, ¿cómo voy a dejarte solo? Mejor me quedo contigo.

...

Estefanía se había dormido tarde, pero aun así se levantó temprano al día siguiente, llena de energía como si alguien le hubiera dado cuerda.

Esa noche sería el ensayo general del grupo de danza.

El día estaba repleto de pendientes.

Noel y Katia le insistieron que bajara rápido al lobby.

Movida por la curiosidad, Estefanía le propuso a la señora Montoya que la acompañara.

—No, gracias, hijita. Ya me invitaron, pero yo de noche no acostumbro a comer. Vayan ustedes, que son jóvenes —rio la señora Montoya con amabilidad.

Así que Estefanía tomó el elevador y bajó al lobby, donde Katia ya la esperaba. Al verla, la tomó de la mano.

—¡Vamos! Todos están en el cuarto de Noel.

Al llegar al cuarto de Noel, se topó con el grupo entero. Sobre la mesa había montones de ramen instantáneo, frutas y unos guisos rápidos que solo necesitaban calentarse.

—¡Vaya, así que estaban tramando una comilona secreta! —bromeó Estefanía.

—Jaja, Estefanía —Katia la abrazó del brazo, sonriendo—. Ya lo sabe la señora Montoya, así que esto es una fiesta con permiso.

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