Entrar Via

El Baile de Despedida del Cisne Cojo romance Capítulo 24

¿Cuándo ha sido diferente? ¿Cuándo no ha tocado avanzar, aunque duela?

Esa noche, Benicio no regresó a casa.

A Estefanía ni siquiera le pasaba por la cabeza esperarlo. Terminó sus pendientes con calma, ordenó todo a su manera y, justo antes de irse a dormir, le llegó un mensaje de la señora Montoya invitándola a ver una función al día siguiente.

Si alguien la hubiese invitado a una obra hace unos días, hasta lo habría sentido como una falta de respeto. Pero ahora, no.

Aceptó de inmediato y quedó con la señora Montoya en cenar primero y luego ir al teatro juntas.

—Mañana va a ser un gran día —pensó—, así que hoy toca dormir bien.

Pero ¿quién puede dormir en paz cuando está tan emocionada?

Esa noche se despertó repetidas veces, y la inquietud se le quedó pegada hasta bien entrada la tarde del día siguiente.

Sabía bien que los resultados del examen de inglés no saldrían hasta después de las dos, pero no podía evitar asomarse al correo cada rato, revisar la bandeja de entrada, refrescar la página oficial una y otra vez.

La ansiedad la acompañó toda la tarde, hasta que por fin llegó el aviso: había un nuevo correo. Se apresuró a entrar a la página, y cuando vio el 7 en la pantalla, no lo pudo creer.

Sabía que le había ido bien, pero nunca imaginó tanto. Llevaba días repitiéndose: “Con un 6.5 estoy más que feliz. Para las carreras artísticas, con 6.5 es suficiente.” La vez anterior, hace medio año, apenas sacó un 6...

Se quedó mirando el celular, después se dejó caer de espaldas sobre la cama. Sin poder evitarlo, se le llenaron los ojos de lágrimas.

Esta vez no lloraba por Benicio, ni por ese matrimonio, sino porque sentía que había dado un paso gigante hacia sus sueños.

Cinco años.

Cinco años leyendo novelas en inglés para matar el tiempo, escuchando programas, viendo películas, repasando ejercicios... Todo eso hoy brillaba con luz propia.

Como no había dormido bien la noche anterior, ahora que al fin los resultados estaban ahí, se le quitó el peso de encima y se permitió dormir una siesta. Al despertar, se sentía renovada y lista para salir a cenar con la maestra.

La función de esa noche era de la Compañía de Danza y Música Puerto Maristes, con un clásico que Estefanía había bailado muchas veces en su época de estudiante.

Apenas sonaron los primeros acordes, algo en su interior despertó. El alma de bailarina volvió a tomar vida.

A pesar de estar sentada entre el público, a pesar de que quizá nunca volvería a pisar un escenario, sus pies no podían evitar moverse al ritmo de la música, como si la memoria de su cuerpo reclamara lo suyo...

Cuando terminó la obra y los aplausos retumbaban en la sala, vio cómo la gente se acercaba a regalar flores a los bailarines y no pudo contener las lágrimas de nuevo.

No era tristeza. No era dolor. Mucho menos desesperanza.

Era ese eco profundo que deja el arte, esa conexión entre la danza y su propia alma.

Eso fue lo que más amó en la vida.

Y sin darse cuenta, lo había dejado atrás durante cinco años.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Baile de Despedida del Cisne Cojo