Benicio le mandó esta vez una foto, era de una de las chamarras: el hombro le quedaba apretado y quería que la arreglaran.
Estefanía ya estaba harta: —Cuando tenga tiempo le diré al estudio, a ver si podemos agendar para que la arreglen.
Pero Benicio le mandó otra foto: —Esta también la quiero arreglar, las mangas están cortas.
—¿¿¿Qué??? Eso no puede ser, te han hecho más de cien prendas y nunca habías dicho que no te quedaban. Todo lo que te traje siempre te quedó bien, ¿y ahora resulta que todas necesitan arreglo?
—Sí, todas hay que ajustarlas. Y mira esta, chécala.
Le mandó una foto donde salía él mismo usando la prenda.
¡Si hasta le quedaba perfecta!
—¿No te queda bien acaso? —preguntó ella.
—No, no me gusta el diseño, muy aburrido. También esa necesita un cambio.
—¿¿¿Y eso???
¿No eras tú el que decía: “Como soy el jefe de la empresa, tengo que verme serio y formal, la ropa no tiene que estar tan a la moda”?
—Benicio, hoy traes ganas de buscarme pleito, ¿verdad?
—Dilo como quieras, de todos modos quiero que las arreglen.
—Entonces llévalas tú mismo a la tienda, Rubén te las puede ajustar.
—No, tú dile a Rubén. Yo estoy ocupado. Si ellos te dicen algo, me lo pasas.
—¿¿¿Qué??? Mira, yo también estoy ocupada. Si de verdad sientes que no te quedan, pues regálalas. Y si tampoco quieres regalarlas, entonces dónalas.
—No, esas me las quedo yo. Solo quiero que las acomoden, no las voy a regalar.
Si el pie no sanaba, nunca recuperaría toda esa potencia.
—Estefanía, anoche volví a hablar con el maestro por videollamada. Me pasó una rutina nueva, especial para la recuperación del pie. Hoy vamos a probarla —Noel dejó de practicar para ayudarla.
—¡Va! —respondió ella, asintiendo con determinación. Sabía que el proceso de rehabilitación era duro, pero no pensaba rendirse.
Pronto se acabaría su tiempo en Alemania. Ya tocaba cambiar de lugar, pero hubo un problema con la renta del carro y no pudieron irse al día siguiente. La señora Montoya les dio el día libre para que salieran a pasear y despejarse.
Por suerte, siempre que llegaban a un sitio nuevo, había un día de descanso antes de la función, así que ese pequeño retraso no afectó la siguiente presentación.
Al día siguiente, Estefanía y sus compañeros del tour salieron a explorar. Comieron platillos locales, visitaron monumentos, y se tomaron fotos en los lugares emblemáticos de la ciudad.
Varios compañeros subieron publicaciones a redes sociales. Jerónimo incluso le envió una foto grupal y le puso: [¡Qué diferente te ves! Mucho mejor que la última vez que te vi.]
Estefanía se quedó viendo la foto. Tenía a la señora Montoya de un lado y a Noel del otro. La sonrisa que llevaba era tan radiante que hasta ella misma se sorprendió al verla: —¡Caray, qué feliz me veo!

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Baile de Despedida del Cisne Cojo
Es verdad sale muy caro liberar capitulos...
Muy bonita la novela me encanta pero pueden liberar mas capitulos yo compre capitulos pero liberar mas capitulos sale mas caro...
Muy bonita novela desde principio cada capítulo es un suspenso...