El Baile de Despedida del Cisne Cojo romance Capítulo 302

—Ya lo sé, ¿no me lo habías dicho antes?

—Ella de todos modos quiere divorciarse.

En la oficina cayó un silencio tan denso que hasta el zumbido de una mosca hubiera retumbado.

Pero enseguida Gregorio rompió el silencio.

—Si es ella la que quiere irse, pues que se vaya. Tú no le fallaste, ya intentaste convencerla, pero si insiste en divorciarse, para ti también es un respiro.

—¿Un respiro? —repitió Benicio, como si no acabara de entender, con la mirada perdida.

—Sí, un respiro —insistió Gregorio—. Ese matrimonio nunca fue tu sueño. Te casaste porque no te quedaba de otra, sacrificaste tu felicidad por años. Llevas cinco años aguantando. Ahora que ella quiere separarse, deberías aprovechar la oportunidad y dejar que las cosas sigan su curso.

El gesto de Benicio se volvió aún más sombrío.

—No me digas que ahora sí te duele dejarla —Gregorio, al verlo así, le preguntó medio en broma.

Benicio no respondió. El silencio se alargó entre ambos.

—Beni... —Gregorio soltó un suspiro de esos que pesan—. Entiendo cómo te sientes. Después de convivir cinco años, es imposible no encariñarse. Hasta con un perrito, después de tanto tiempo, duele separarse. Ahora imagina con una persona, con alguien de carne y hueso. Pero créeme, si fuerzas algo que ya no da para más, solo te haces daño. El tiempo te va a ayudar a sanar, ya lo verás. Lo más importante es que esta vez no eres tú el que la deja, es ella quien decidió irse.

—Ya basta —Benicio se recargó contra el respaldo de la silla y movió la cabeza, cansado.

—Está bien, no digo más. Vámonos a tomar algo, ¿qué dices? —Gregorio intentó animarlo, dándole un empujón amistoso.

Benicio ni se movió.

—No quiero salir. Vayan ustedes, yo aquí me quedo.

—No puede ser, sin ti no tiene sentido —insistió Gregorio, como buscando convencerlo.

Pero Benicio cerró los ojos, derrotado.

—De verdad no voy. Se lo prometí a ella.

—¿A quién? —Gregorio no entendía bien a quién se refería.