—Cristina, de verdad eres increíble.
—Sí, la verdad es que me conmueves. Benicio tiene mucha suerte de tenerte a su lado.
Beatriz no pudo aguantar más y, molesta, le susurró a Estefanía:
—Oye, Estefanía, ¿vas a dejar que te humillen así y te quedes callada?
Estefanía sonrió y negó con la cabeza.
—Tranquila, no te preocupes.
No había prisa. Enseguida verían si lo que le tocó a Benicio era suerte… o todo lo contrario.
...
—Oye, Cristina, ¿cómo es Gabriel en persona? Llevamos semanas escuchando historias suyas, lo pintan como si fuera un príncipe caído del cielo.
—Eh… —Cristina titubeó un momento, pero enseguida se soltó—. Es guapísimo. Pero guapo de verdad. Ni lo duden. Además, tiene ese porte elegante, como de familia de abolengo. Cuando aparece, se nota al instante, es diferente a todos. Como un príncipe europeo, pero ni los príncipes tienen unos rasgos tan definidos ni esa presencia tan imponente… Y, bueno, ustedes saben, también tiene muchísimo cabello…
Todas las chicas estallaron en carcajadas.
—¡Ay, Dios! Si yo lo veo, seguro me desmayo ahí mismo —aventó una de ellas.
—¡Sí te desmayas! —añadió Cristina—. Cuando estudiábamos juntos, cada vez que él pasaba por algún pasillo, las chicas gritaban. No sé cuántas se le declararon, y él… ni caso. Siempre fue muy reservado.
—¡Ya no aguanto! Mi corazón late rapidísimo, ¿cuándo va a salir? Ya casi empieza la fiesta, ¿no?
—Cristina, porfa, preséntamelo cuando llegue. Solo quiero agregarlo a WhatsApp, te juro que ni le voy a hablar. Me conformo con ver su foto de perfil todos los días.
—Eso… —Cristina dudó—. Ya saben cómo es, no suele agregar a cualquiera al WhatsApp. De hecho, ni siquiera le hace caso a la mayoría de la gente…
La chica suspiró, desilusionada.
—Sí, tienes razón…
Otra chica se le quedó viendo, intrigada.
—Oye, Cristina, si tantas chicas iban detrás de él y él solo se llevaba bien contigo… ¿no será que…?
—Sí, cuéntanos, ¿te gustaba o le gustabas?
—Bueno… —Cristina hizo un gesto misterioso—. La verdad, sí hubo algo en su momento… Pero ustedes saben, yo quería regresar a mi país y él está enfocado en Europa, entonces… Después él me escribió varios correos y ya ni le contesté. Cuando algo no tiene futuro, mejor dejarlo ahí.
—¡No inventes! Dicen que Gabriel sigue soltero, ¿no será porque sigue pensando en ti?
—¡Ay, por favor! Eso de amar y no poder estar juntos, prefiriendo quedarse solos toda la vida… solo lo he leído en novelas.
Era imposible soportarlo más.
Alguien soltó una carcajada.
Era Gilberto.
Pero Gilberto no se reía por lo que decía Cristina, sino porque su hermana le estaba haciendo señas, imitando a Cristina con gestos exagerados. De solo verla, se le escapó la risa.
Cuando Gilberto rio, Beatriz también comenzó a reír y Estefanía apenas pudo ocultar una sonrisa traviesa.
Cristina, sintiéndose humillada, clavó la mirada en Gilberto.
—¿Y tú de qué te ríes? —le lanzó con desdén—. Un inútil como tú, ¿qué derecho tienes a burlarte de mí?
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Baile de Despedida del Cisne Cojo
Muy bonita novela desde principio cada capítulo es un suspenso...