—¡Beni! ¡Beni! —Cristina y Gregorio corrieron tras él.
Pero Benicio ya se había esfumado.
Dentro del salón, la proyección terminó y Mateo salió a pedir disculpas, pero nadie le prestó mucha atención. Después de todo, el protagonista del día era el señor Gabriel, y todos estaban allí por él.
Estefanía miró hacia la puerta del salón, luego le dijo a Gilberto, que estaba a su lado:
—Hermano, hay gente que se especializa en agarrar lo que no les pertenece. Eso hay que cobrárselo, ¿no?
Gilberto asintió.
—Totalmente de acuerdo.
La velada siguió su curso. Afuera, Cristina y Gregorio se detuvieron y miraron hacia el interior, inundado de luz, pero ya no podían reunir el valor para regresar.
Cristina tenía los ojos llenos de lágrimas.
—Gregorio, es que ese día... sí estaba borracha, pero cuando me acuerdo... no lo puedo aceptar...
—Lo sé —Gregorio contestó—. Solo querías volver con Beni. Todos queremos verte de nuevo con él. Pero ahí está Estefanía, esa mujer ambiciosa, ocupando el lugar que te corresponde.
Cristina solo lloró, en silencio.
En ese momento, el celular de Gregorio sonó. Vio la pantalla: era Fabiana, su esposa. Se le encendió el enojo: “Cuando te escribo, ni me pelas y ahora sí me llamas, ¿no?”
No contestó, simplemente colgó.
Fabiana insistió con otra llamada, pero él ya no le hizo caso. Mientras, Cristina seguía llorando tanto que los ojos se le estaban hinchando.
—Vámonos, mejor —le dijo Gregorio—. Esta fiesta ya no tiene sentido para nosotros.
Sacó el carro del estacionamiento. Apenas habían avanzado unos cien metros cuando Gregorio recibió un mensaje de Fabiana:
[Gregorio, ¿puedes venir al hospital? Mi mamá está mal.]
Gregorio soltó una risa sarcástica. “¿No que muy valiente? Al final, igual necesitas de mí.”
No respondió el mensaje.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Baile de Despedida del Cisne Cojo
Muy bonita novela desde principio cada capítulo es un suspenso...