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El Baile de Despedida del Cisne Cojo romance Capítulo 356

Estefanía se detuvo en seco, con la mirada dura como el acero.

—Benicio, nos conocemos desde hace doce años. Tal vez, a tus ojos, yo esté llena de defectos. Pero olvidé decirte uno más: tengo obsesión por la limpieza.

El rostro de Benicio perdió aún más color.

—¿Estás diciendo… que te doy asco?

—Claro. ¿No te lo había dicho ya? —Estefanía lo recordaba perfectamente, se lo había dicho sin rodeos: él le daba asco.

¿Acaso no se daba cuenta de su propia suciedad?

De pronto, Benicio se sintió vacío, sin fuerzas. No encontraba valor para negar que era sucio…

—Estefanía… —sujetó su muñeca, pero en cuanto vio cómo ella miraba su mano, la soltó de inmediato. Porque, para ella, él era sucio…

—Estefanía —insistió, bloqueándole el paso—. Quiero saber si aún tenemos alguna posibilidad de volver a empezar.

Estefanía guardó silencio un momento y respondió en voz baja:

—Solo si pudiéramos regresar a los dieciséis años.

En ese entonces, ella era una chica que solo tenía ojos para Benicio, entre ellos no había pasado nada y tampoco habían conocido a nadie más.

Lástima que ahora, con todo el dinero que tenía Benicio, podía comprar muchas cosas, pero no podía comprar tiempo para volver atrás.

En sus ojos solo quedaba desesperanza.

Cuando Estefanía se preparó para irse de nuevo, Benicio ya no pudo detenerla, pues el chofer —o más bien, el guardaespaldas, por ese físico— entró a buscarla, al ver que tardaba tanto en salir de la clínica.

—Estefanía —le murmuró Benicio, bajando la voz—. No estoy de acuerdo con el divorcio, si quieres, demanda tú.

Estefanía se detuvo unos segundos.

—Entendido.

Benicio tomó el carro y regresó, pero ni así logró tranquilizar a Ernesto.

Terminando la junta, Ernesto volvió a despotricar.

—¿Qué hacen ustedes dos en las reuniones? Sobre todo tú, Beni, eres el jefe, el presidente. ¡Hay mil cosas esperando tu decisión y tú andas en las nubes!

Benicio se frotó la cara con ambas manos, intentando despejarse.

—¿Vas a decir algo o no, hermano? ¿Vas a dejar la empresa tirada? Hay dos compañías con las que está por vencer el contrato. Yo mismo he estado negociando la renovación, pero no parecen muy interesados. Todos esperan a ver qué hará la empresa de Gabriel. Si Gabriel mueve ficha y nos quita los clientes, vamos a perder toda la competencia —se quejó Ernesto, visiblemente angustiado, aunque estaba claro que ni Benicio ni el otro socio estaban en condiciones de atender el asunto.

La mirada perdida de Benicio se fue enfocando poco a poco. De pronto, miró a Ernesto de frente.

—Ernesto, dime, ¿para qué estamos trabajando tan duro?

Ernesto bufó.

—La verdad, no sé ustedes para qué, pero yo lo hago para que Beatriz y el bebé que viene puedan tener una buena vida.

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