Aún no había salido de su cuarto cuando, de pronto, el celular empezó a sonar.
Era Gregorio.
—¿Bueno? —contestó, intuyendo que a esas horas Gregorio seguramente quería invitarlo a salir, y ya estaba listo para rechazarlo.
Se rio por dentro. Quién lo viera, él, que antes no perdía oportunidad para andar de fiesta con los amigos, buscando cualquier pretexto para no regresar a casa.
Pero, para su sorpresa, Gregorio no lo llamaba para salir, sino para pedirle que fuera a consolar a Cristina.
—¿Qué carajos le hiciste a Cris que está llorando así? —preguntó Gregorio desde el otro lado, confundido. De fondo, se escuchaban los sollozos ahogados de Cristina.
Se quedó pensando. Al parecer, solo se había negado a comprarle una casa nueva a Cristina.
Soltó una risa incrédula y colgó el teléfono.
Eso de que solo le importaba él, que le bastaba con estar en su corazón... A decir verdad, nunca lo creyó. Simplemente, en ese entonces le gustaba consentirla, nada más.
Cinco años atrás, cuando Cristina se fue, él y Gregorio, junto con Ernesto, acababan de fracasar en su primer intento de emprender.
Años de trabajo, a punto de venirse abajo como arena entre los dedos.
Justo en esa época, Cristina decidió irse y le pidió que terminaran.
No era ningún ingenuo; sabía perfectamente cuál era la verdadera razón detrás de su decisión. Y, aunque le dolía, tenía la suficiente dignidad para no obligarla a quedarse a sufrir con él.
Después se enteró de que, cuando Cristina se fue del país, otro chico, hijo de una familia adinerada, la acompañó.
Él lo supo todo.
Durante esa temporada oscura, su ánimo estaba por los suelos. Parte por la ruptura, parte porque el negocio simplemente no despegaba. Mitad y mitad.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Baile de Despedida del Cisne Cojo
Muy bonita novela desde principio cada capítulo es un suspenso...