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El Baile de Despedida del Cisne Cojo romance Capítulo 565

La Navidad estaba a la vuelta de la esquina.

Aunque vivían en el extranjero, para la familia Navas, la Navidad seguía siendo la festividad más importante del año.

Sobre todo para la abuela, quien en estas fechas se empeñaba en seguir las tradiciones familiares de su tierra. Eran costumbres que los empleados de la casa de su tía no conocían, así que la tía, Estefanía y su hermano siempre ayudaban a la abuela con los preparativos.

Estefanía, en particular, al no haber empezado las clases todavía, pasaba más tiempo ayudándola.

Se preparaban para asar un lechón, colgaban adornos de estrellas e incluso encontraron un viejo metate para moler su propio maíz y hacer tamales.

Nadie decía cosas como «¿Para qué queremos lechón asado si tenemos el mejor jamón serrano?» o «En el mercado venden tamales de todos los sabores, es demasiado trabajo moler el maíz». Al contrario, todos disfrutaban consintiendo a la abuela con sus tradiciones y, sinceramente, se divertían haciéndolo.

Gilberto Navas, de hecho, se mostró fascinado con el metate. Buscó tutoriales en internet y un día se levantó temprano para moler granos de cacao y preparar un atole de chocolate. «Lo hecho a mano es otro nivel», comentó maravillado, «qué aroma tan increíble».

Esto hizo que la abuela riera a carcajadas. Por la noche, preparó una infusión de cáscara de cacao con vainilla, y dejó a Gilberto boquiabierto.

—¿Qué es esto? ¡Nunca había probado algo así!

Ese día, se bebió hasta la última gota de esa infusión.

Al ver a su abuela tan feliz, con una sonrisa que le iluminaba el rostro, Estefanía se sintió inmensamente dichosa. Tener una familia que celebraba cada pequeño detalle era una verdadera bendición.

***

Los preparativos navideños avanzaban a buen ritmo. La rutina de Estefanía y su abuela era muy regular: del supermercado a casa, del centro comercial a casa, o del mercado a casa.

Un día, después de ir de compras al centro comercial acompañadas por Kino, se dirigieron al estacionamiento subterráneo para volver a casa.

Mientras bajaban en el elevador, el celular de Estefanía sonó. Era Ana.

Justo cuando contestó, las puertas del elevador se cerraron y la señal se cortó por completo; no pudo escuchar nada de lo que Ana decía.

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