El Baile de Despedida del Cisne Cojo romance Capítulo 583

¿Señorita? —El chofer también había saltado la reja, preocupado por su expresión.

Estefanía sintió como si toda su fuerza la hubiera abandonado. Apoyada en la reja, se deslizó lentamente hasta sentarse en el suelo. Cuando el guardaespaldas la llamó de nuevo, se abrazó las rodillas y rompió a llorar. La presión acumulada durante tantos días estalló en un llanto inconsolable.

«¡Benicio! ¡Otra vez no cumples tu palabra! ¿No dijiste que nos avisarías al salir del hospital? ¡Maldito seas! ¿Se podrá confiar en ti alguna vez en la vida?», pensó amargamente.

Pero Estefanía sabía muy bien que si Benicio se había ido sin decir nada, era porque su estado de salud debía ser muy malo.

De repente, levantó la vista y miró fijamente al guardaespaldas que tenía delante.

Eran de toda la confianza de su hermano. ¿Sabrían ellos el paradero de Benicio?

—¿Cuánto costó la hospitalización de Benicio? —preguntó, clavándole la mirada.

El guardaespaldas, sorprendido por la pregunta repentina, dudó un instante antes de responder: —No lo sé.

—¿Qué instrucciones les dio el señor Navas?

—Él… —El guardaespaldas, bien entrenado, no cayó en su trampa—. No lo sé, señorita. Mi deber es protegerla.

Estefanía esbozó una sonrisa desoladora. —De acuerdo, entiendo.

Ellos no hablarían. Tendría que preguntarle directamente a su hermano.

Gilberto regresó muy tarde esa noche.

Al llegar a casa, se llevó un buen susto al encontrar a Estefanía sentada en las escaleras del segundo piso.

—¿Fani? ¿Qué haces aquí?

Estefanía lo miró. —Hermano, ¿sabes qué pasó con Benicio?

Gilberto se sentó a su lado y guardó silencio por un largo rato.

—Hermano, ¿lo viste cuando le dieron el alta? —insistió Estefanía, esperando una respuesta.

Gilberto la miró y suspiró profundamente. —Fani, no lo vi. Cuando el hospital me llamó, ya se había ido.