Porque antes casi no salía de casa, así que no necesitaba mucha ropa, la mayoría de las veces solo compraba para Benicio.
Suspiró para sus adentros, con una sonrisa amarga, y le pidió a la vendedora que le mostrara vestidos de mujer.
La vendedora se disculpó varias veces y finalmente le mandó las opciones de vestidos femeninos.
Eligió un vestido color durazno, unos zapatos bajos y una bolsa de mano. Pagó de inmediato y le pidió a la vendedora que enviara todo directamente al hotel.
Justo después de terminar la compra, el teléfono sonó: era Benicio.
De repente, le fastidió ver su nombre. No solo colgó la llamada sin contestar, sino que también lo bloqueó.
Una hora después, el vestido llegó. Se lo probó, le gustó cómo se veía, así que se dio un baño y se fue a dormir.
No había llevado su laptop, así que antes de quedarse dormida, repasó en silencio en su mente: Faltan veintidós días para dejar a Benicio. Hoy lo bloqueé. Qué paz tan grande.
...
El día veintiuno—al día siguiente—apenas se levantó y ya tenía un correo nuevo en la bandeja de entrada.
Era de la escuela: por fin llegó la respuesta de su i20, ya podía apartar cita para la visa de estudiante.
Como la visa para la gira todavía no salía, decidió pedir la cita para la visa de estudios unos días después, y además, que fuera en Puerto Maristes. Así tendría tiempo suficiente para regresar y preparar todos los papeles.
Ese día la familia Roldán tenía una fiesta grande, así que seguro estarían muy ocupados. Por eso, Estefanía se fue sola a buscar al doctor para que le pusiera las agujas de plata. Cuando Noel le marcó, le mintió diciendo que ya había regresado al hotel después de atenderse, que se verían en la fiesta más tarde. Incluso le repitió varias veces que no era necesario que la fuera a buscar, que ella podía llegar sola.
Por la tarde, cuando regresó al hotel, volvió a dormirse un rato. Al despertar, ya era hora de prepararse para la fiesta.
El maquillaje y el peinado nunca habían sido un problema para ella. Por suerte, había traído lo básico en su maleta. Se puso el vestido nuevo, se maquilló y justo cuando terminó de arreglarse, entró otra llamada de Noel, que decía que iba a pasar por ella.
—¿Quién es, Cris? —interrumpió Gregorio, el típico seguidor de Benicio, que se acercó al escuchar la voz.
Al ver llegar a Gregorio, Cristina cambió su tono a uno todo meloso y lastimero.
—Estefanía, ¿otra vez vienes a arruinarle la noche a Beni? Mejor vete, ¿sí? Desde que no pudo cerrar el trato con el señor William por tu culpa, anda todo demacrado, bajó muchísimo de peso. Ahora apenas logró sentarse a negociar con la familia Correa, déjalo en paz, ¿no?
Estefanía ni se inmutó. Bajó la mirada y mandó un mensaje rápido a Noel: [Ya llegué.]
—¿Le estás avisando a Beni? Ay, ¿para qué te molestas? Él, si te mete por fuerza, solo va a quedar en ridículo. Mejor vete, no le causes más problemas —insistió Cristina, poniendo cara de preocupación, como si en verdad le importara Benicio.
Gregorio bufó.
—Hay gente que nunca está conforme, ¿eh? En la casa le dan todo, la mantienen como reina, y aun así no se conforma, tiene que venir a hacer el ridículo por todas partes. Si no le da pena por ella, mínimo que le duela lo que le está haciendo a Beni. Total, ni es su dinero el que gasta, ¿o sí?

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Baile de Despedida del Cisne Cojo
Es verdad sale muy caro liberar capitulos...
Muy bonita la novela me encanta pero pueden liberar mas capitulos yo compre capitulos pero liberar mas capitulos sale mas caro...
Muy bonita novela desde principio cada capítulo es un suspenso...