Cristina, atenta a las miradas y el ambiente, intervino justo a tiempo.
—Beni, no te pongas mal solo porque todos andan diciendo que tu esposa no es buena. Créeme, de verdad nos preocupamos por ti. Piensa, llevamos años de amistad, y aunque a veces digamos cosas fuera de lugar, solo escúchalo y ya, no le des vueltas, ¿sí?
—No estoy enojado —Benicio guardó el celular—. Ya, no le hagan caso. Ella no va a ir a ningún lado, venga.
Al final de cuentas, en estos cinco años, fuera de la casa que compartían, ella nunca había ido a ningún otro lugar. Tampoco tenía a dónde más ir.
Gregorio miró a Cristina y murmuró:
—Nuestra Cris sí que tiene clase. Si ustedes nunca hubieran terminado...
—¿Qué andas diciendo? —Cristina fulminó a Gregorio con la mirada—. No puedes dejar de decir tonterías ni una noche, ¿eh? ¡Beni ya está casado! No es momento de andar diciendo esas cosas...
Aunque, al decirlo, su mirada se llenó de cierta tristeza y, dirigiéndose a Benicio, añadió:
—Yo solo quería regresar, no pido nada más. Con que ustedes me acepten y sigan a mi lado, con eso me doy por servida...
—¿Qué cosas dices? Siempre vas a ser la consentida del grupo. Si alguien se atreve a hacerte algo, entre los hermanos aquí no lo dejamos pasar. ¿A poco no, Beni? —Gregorio se dio un golpecito en el pecho, presumiendo lealtad.
Benicio apenas dijo algo, solo sostuvo su copa de vino y la movió con calma.
La escena se sentía como un eco del pasado.
Años atrás, él era igual: le gustaba ver cómo estos amigos, junto a Cristina, reían y bromeaban, armando un alboroto. Solo cuando se excedían y terminaban frente a él, intervenía para poner orden.
Ahora volvían a preguntarle, y él respondió con una sonrisa ligera.
—Claro.
...
Estefanía no volvió a casa.
Se quedó en el hotel que había apartado desde antes.
Todo el dolor y las penas que había aguantado se desbordaron en cuanto cerró la puerta del cuarto.
—Si yo fuera Beni, preferiría haber sido yo el atropellado antes que casarme con una coja y que todos se burlen.
—Todos los directores van con esposas elegantes y bonitas, menos nuestro Beni. Ni siquiera tiene a alguien con quien salir en público.
...
Los chismes y comentarios crueles que escuchó durante cinco años se arremolinaron en su mente como una tormenta, arrastrándola sin piedad, ahogándola en su propia desesperación.
No podía respirar. El dolor le atravesaba el pecho como un puñal.
Con las manos temblorosas, buscó en su celular un álbum que no se atrevía a abrir desde hacía cinco años: su colección de fotos y videos de los días en que practicaba y actuaba en la universidad.
Desde que no pudo volver a pisar un escenario, guardó todo lo relacionado con la danza en ese lugar, protegido con una contraseña. Jamás lo había abierto.
Ahora, con los dedos temblando, le dio play a uno de los videos.
La música sonaba de fondo, y ahí estaba ella: girando, saltando, volando en el aire con las piernas extendidas.

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Baile de Despedida del Cisne Cojo
Es verdad sale muy caro liberar capitulos...
Muy bonita la novela me encanta pero pueden liberar mas capitulos yo compre capitulos pero liberar mas capitulos sale mas caro...
Muy bonita novela desde principio cada capítulo es un suspenso...