El Baile de Despedida del Cisne Cojo romance Capítulo 9

Después de aquella vez, ella volvió a tomar los libros entre sus manos.

En ese momento, no pensó demasiado; solo quería llenar su vida, tan vacía y pálida, con algún secreto refugio. Si tenía algo en qué ocuparse, no se sentiría tan triste cada vez que esa frase regresara a su memoria.

¿Quién iba a imaginar que esos pequeños refugios, solo suyos, terminarían convirtiéndose en su salvación?

Mañana tenía que hacer bien el examen.

Tenía que irse de allí, lejos, lo más lejos posible.

Al pensarlo, el dolor le atravesó el pecho con una intensidad imposible de ignorar...

Ni siquiera podía distinguir si ese dolor era por él, o por los cinco años que le había entregado a una ilusión equivocada.

Pero eso ya no importaba. Lo único que contaba ahora era que no iba a dejarse hundir otra vez en esa tristeza.

Aunque esa herida tardara mucho en sanar, ella iba a salvarse por su propio pie.

Pidió comida a domicilio: una cena ligera y algo de ropa interior desechable para cambiarse.

Llamó a la recepción para pedir que la despertaran temprano al día siguiente.

Después, se obligó a dormir.

Tal vez porque la noche anterior no había pegado los ojos, esta vez sí logró descansar bastante bien.

...

A la mañana siguiente, se levantó puntual y encendió su celular.

De inmediato, un alud de mensajes inundó la pantalla, el aparato vibraba sin parar. Todos venían de la misma persona: Benicio.

No se atrevió a leerlos. Temía que le alteraran el ánimo antes del examen.

Desayunó algo sencillo en el hotel. Cuando sintió que todo estaba listo, salió rumbo al centro donde sería la prueba.

El hotel estaba muy cerca del lugar del examen de ingreso universitario, a cinco minutos caminando, como mucho.

Apenas puso un pie fuera del hotel, el celular empezó a vibrar de nuevo en su mano.

Benicio estaba llamando.

Se puso nerviosa y casi deja caer el aparato. Apresurada, rechazó la llamada y volvió a apagar el celular.

...

Cuando salió del examen, el corazón le latía con fuerza.

Pero era de alegría.

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