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El Baile de Despedida del Cisne Cojo romance Capítulo 91

Estefanía no podía entenderlo. ¿De verdad era cierto eso de que “dime con quién andas y te diré quién eres”? ¿Por qué fuera del círculo de Benicio nadie desconocido le tenía mala voluntad, pero toda la gente alrededor de él parecía cortada con la misma tijera?

—Señorita, le sugiero que mejor pida autorización —dijo ella, sin ganas de meterse en líos con una recepcionista—. ¿Acaso tu trabajo aquí es correr a los visitantes de mala gana o faltarle al respeto a los clientes? No quiero tener que poner una queja.

—Pues primero dígame, ¿es usted cliente o visitante? —La recepcionista puso cara de fastidio, pero aun así marcó el teléfono de la asistente del presidente. Cuando explicó quién pedía ver a Benicio, no supo qué le dijeron al otro lado, pero la recepcionista levantó la cabeza con más arrogancia, como si se sintiera reina del lugar.

—¡Sabía que mis ojos no me fallaban! ¡Tengo un radar para detectar a las interesadas! Mejor lárgate, mujer, aquí nadie quiere que vengas a hacer tu show. ¡Fuera! Si no te vas, llamo a seguridad. Nuestra asistente dice que aquí no existe nadie con tu nombre, y la esposa del Sr. Benicio tampoco se apellida Navas.

—¿Ah, sí? —Estefanía no se intimidó, incluso tenía consigo todos sus documentos, ya que esa tarde iría a tramitar una visa; entre ellos estaba su acta de matrimonio—. Entonces dime, ¿de qué apellido es la esposa del Sr. Benicio?

De pronto, la recepcionista sonrió con descaro.

—Perdón, pero yo solo soy una trabajadora honesta, no me interesa la vida privada del Sr. Benicio, ni tengo por qué saberla. No soy como otras que, por escalar, se atreven a inventar que son la esposa de alguien. ¿Quién te dio valor, una pierna coja? Te advierto, mejor lárgate antes de que llame a la policía.

—¿Policía? —replicó Estefanía, tranquila—. Adelante, llama. Así ni siquiera tengo que mostrarte el acta de matrimonio, la policía lo puede comprobar al instante.

—¿Acta de matrimonio? —La recepcionista soltó una carcajada burlona—. Seguro es falsa. ¿O crees que el Sr. Benicio está ciego? ¿Casarse con una coja?

Mientras ella seguía con su espectáculo, de pronto se abrieron las puertas del elevador y de ahí salió una mujer vestida de manera impecable.

—Secretaria Vélez —la recepcionista cambió de actitud y se mostró sumisa.

Esa secretaria la conocía Estefanía, aunque no era experta en la empresa de Benicio. La señorita Vélez llevaba allí por lo menos cinco años, así que no era una extraña para ella.

—Señorita Estefanía, soy la secretaria del Sr. Benicio. ¿Me acompaña, por favor? —la invitó con amabilidad, guiándola hacia el elevador.

Subieron hasta el último piso.

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