El Baile de Despedida del Cisne Cojo romance Capítulo 95

Alguien quería que ella tomara jugo de mango. Eso era condenarla a muerte. Si le daba una reacción alérgica y se desmayaba, ni siquiera se enteraría cuando comenzara el incendio. ¿Acaso querían que muriera dormida, quemada viva?

Bien, entonces iba a beberlo.

Si alguien quería cometer un crimen, ella misma iba a ayudarle a quedar como culpable.

Sin embargo, por las veces anteriores que había sido alérgica al mango, solo le salían ronchas. Nunca se desmayaba.

¿Por qué entonces la otra parte creía que se desmayaría?

¿Sería Benicio?

Solo una vez, por accidente, probó pastel de mango y tuvo una reacción fuerte. En esa época apenas se había casado con Benicio y no quería que él la viera con la cara llena de ronchas, así que fingió dormir en la habitación, escondida, sin salir. Benicio tocaba la puerta desde afuera, pero ella no abría. Al final, Elvira se asustó muchísimo, diciendo que una alergia así podía provocar un shock y que tal vez la señora ya estaba en peligro.

Así que Benicio tumbó la puerta y, al verla acostada en la cama, creyó de verdad que estaba en shock…

Ahora, Estefanía no sabía quién quería matarla, o si todos querían verla muerta. Al final, lo único que tenía claro era que si comía mango no iba a morir, ni se iba a desmayar. Así que, ¿por qué no fingir un desmayo por una vez?

Ese “Benicio, si muero, ya no me deberás nada” también fue pura actuación.

¿Quién no sabe hacerse la víctima?

Solo que, ya en el hospital, le dio pena seguir fingiendo. No podía estar ahí ocupando tiempo de los médicos solo por una alergia.

...

Afuera de la sala de observación, Benicio y Cristina seguían platicando.

Estefanía se incorporó en la camilla y alcanzó a ver su bolsa sobre la mesa. Estiró la mano para tomarla.

—Estefanía, ¿qué necesitas? Yo te lo paso —dijo Benicio, regresando de inmediato a la habitación al verla moverse.

Cristina seguía afuera, espiando por la ventana, al pendiente de todo lo que ocurría adentro.