Él Eligió a Otra, Yo Elegí a Su Hermano romance Capítulo 107

Valentina se detuvo en seco. Siempre tenía la sensación de que Gabriel buscaba pleito en cualquier momento y lugar.

Justo cuando iba a hablar, Gabriel siguió con su actitud despreocupada de siempre.

—¿O acaso quieres ir a hacer las paces con ellos y después verlos siendo amorosos?

Le preguntó:

—¿Estás segura de que podrás soportarlo?

Valentina quedó atónita. Por un momento, no pudo descifrar si Gabriel estaba de su lado o del lado de Sofía.

—¿Me dices eso para darme asco?

—Nos conocemos desde hace tantos años, ¿cómo podría darte asco? Conozco los sentimientos de Diego hacia ti. Tú no necesitas hacer nada, él te va a amar igual. Mejor no vayas a causar problemas.

Normalmente, todos se entendían sin decir las cosas de manera tan directa. Y Gabriel no podía esperar a que esos dos se casaran de una vez. Así que fue directo al grano.

Esas palabras le gustaron mucho a Valentina. Pero no quería que nadie adivinara lo que pensaba. Sin embargo, también confirmó que Gabriel definitivamente estaba de su lado.

Valentina se sentó en una banca cercana y dijo con indiferencia:

—Gabriel, conozco tu personalidad, tratas así a todas las mujeres.

Al llegar a ese punto, su tono adquirió un matiz de arrogancia y desprecio.

—Pero piénsalo bien, se trata de Sofía. Trata de tener el menor contacto posible con ella. Aunque no seas selectivo y hasta alguien como Sofía te llame la atención, te respeto, pero ella sigue siendo la esposa de Diego. Será mejor que te contengas, si no, no podremos llevarnos bien.

—Hablas como si te importara que sea la esposa de Diego —respondió Gabriel.

—Te empeñas en darme asco, ¿verdad?

—Me acusas injustamente. ¿Cómo me atrevería a molestarte? Con lo protector que es Diego, si se entera de que te fastidié, ¿no me matará?

Gabriel hablaba con total sinceridad.

Valentina se rio con sarcasmo.

Pero después de decir esto, él volvió a sonreír y ese destello cortante en sus ojos desapareció. Con su personalidad, no podía soportar lastimar a la gente. La seriedad le duró apenas un segundo antes de volver a mostrarse amable.

Esa era la gentileza en el carácter de Gabriel.

Valentina se puso rígida de golpe. De repente se sintió alarmada.

Diego había sido demasiado bueno con ella últimamente. Y Gabriel era su viejo compañero de clase y la halagaba en todo. Miguel, por manejar la subsidiaria tecnológica de la familia, tenía relación con su área profesional y se habían vuelto muy cercanos. El hijo del hombre más rico de Puerto Azul también era cortés con ella.

Además, Valentina había logrado entrar al laboratorio de Daniel Vega por sus propios méritos, sabía manejar autos de carrera y estaba llena de confianza. Hasta Isabella, esa niña mimada, la admiraba.

La noche anterior, había conocido a Simona Suárez, una mujer poderosa con enorme influencia y poder de decisión tanto en el mundo político como empresarial.

Con todas estas cosas respaldándola, Valentina se había vuelto un poco desenfrenada sin darse cuenta. Sus palabras también habían perdido cierta consideración...

Su familia dependía totalmente de su madrastra, Manuela, para funcionar. Aunque Consorcio Sandoval se había convertido en el actual Consorcio Herrera, la persona que realmente tenía el poder seguía siendo Manuela, ¡esa extraña!

El padre de Valentina era el típico intelectual que no se metía para nada en ese tipo de asuntos. El dinero y el poder estaban en manos de su madrastra.