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Él Eligió a Otra, Yo Elegí a Su Hermano romance Capítulo 159

Joaquín quedó pensativo.

—Sigue haciéndote el duro.

Sebastián respondió:

—Por favor, Sofía me llamó para invitarme, no fui yo quien la buscó. Ya que coincidió con esta reunión de negocios, tiene sentido que venga. Esto era lógico.

Joaquín no quiso discutir más.

Antes, cuando la empresa tenía problemas, Sebastián jamás consultaba a Sofía. Ahora la invitaba a reuniones de negocios. Claramente intentaba acercarse a ella.

Además, el día que fue a pelear con Mateo, cuando Sofía trató de detenerlo, Sebastián amenazaba con arrollarla pero, al final, ni siquiera se atrevió a rozarle la ropa.

Puro ruido y pocas nueces.

Joaquín recordaba cuando Mateo intentó estrellarle la botella a Sofía en la cabeza. Sebastián no dudó dos veces: la apartó y bloqueó el golpe con su propio brazo.

Estos últimos días, cuando alguien le rozaba ese antebrazo por accidente, Sebastián hacía una mueca. Era obvio que la herida era seria, pero era terco como una mula y orgulloso hasta los huesos. Ni una queja había soltado.

Y ahora que Sofía había salvado a la empresa, aunque ella rechazó el dinero, Sebastián insistía en pagárselo.

Hay hombres que prometen el cielo y las estrellas. Pero Sebastián era todo lo contrario.

Sebastián apretó con rabia los dientes.

—¿Qué? ¿No me crees?

Joaquín, pensando que Gabriel aparecería en cualquier momento y Sebastián armara algún problema, decidió apaciguarlo.

—Te conozco desde hace años, claro que te creo.

Y agregó:

—Solo me preocupa que Sofía se entere y le duela.

Sebastián soltó un gruñido de desprecio, con cara de “como si me importara”.

Joaquín suspiró resignado.

Habían quedado de encontrarse con Sofía antes. Llegaron primero y ella apareció unos minutos después.

Sofía estacionó y los vio que estaban esperando.

Después de dejar a Alejandro en casa, decidió que tenía que celebrar de alguna forma, por eso invitó a Sebastián.

Joaquín, cariñoso como siempre, corrió a saludarla.

Sebastián le echó un vistazo y desvió la mirada con cierto fastidio, haciéndose el indiferente.

Para Sofía no tenía caso seguir discutiendo con él.

Por suerte, Joaquín mediaba entre ellos y el ambiente no era tan preocupante.

Unos minutos más tarde los tres entraron al reservado.

El salón era amplio y luminoso, con un ventanal enorme que llevaba hacia a un hermoso jardín. Perfecto para negociaciones.

Al a cabo de un rato, Joaquín recibió una llamada y salió a recibir a alguien. Regresó acompañado de un hombre de unos treinta años, vestido con elegancia.

Joaquín hizo las respectivas presentaciones.

—Les presento al señor Santana, director de Inversiones Frontera.

Luego, presentó a Sofía y Sebastián al señor Santana.

Sebastián iba por financiamiento y este señor Santana era su potencial benefactor. Aunque por lo general trataba a todos con desprecio, esta vez fue muy cortés al saludar.

Los inversionistas que Sebastián había conocido antes solían ser tipos panzones y calvos, con cara grasosa, nuevos ricos en su mayoría.

El señor Santana tenía excelente porte y presencia, era un ejecutivo de élite de alguna corporación importante.

Con razón Joaquín había guardado el secreto. Se había guardado un as bajo la manga.

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