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Él Eligió a Otra, Yo Elegí a Su Hermano romance Capítulo 312

Él miró la sangre en su mano, aturdido.

La cabeza le daba vueltas; sacudió un poco la cara para despejarse.

Alzó la vista; su mirada mostraba cierta molestia.

—Carmen, ¿no temes ofenderme por hacer esto?

Ella iba a responder, pero Sofía se levantó y la sujetó del brazo.

En sus recuerdos, Sofía siempre evitaba enfrentarse a la gente del entorno de Diego, así que supuso que esa vez sería igual.

Lo que no esperaba era que Sofía tomara otro vaso con agua y se lo arrojara a Miguel, empapándole la ropa.

Carmen quedó boquiabierta.

Su mirada mostraba furia; imponía incluso más que ella. Carmen, que siempre prefería la armonía, contrastaba con Sofía, que hacía todo con seriedad, y cuando se enojaba irradiaba una fuerza y una autoridad que impresionaban.

Hacía mucho que Carmen no la veía así.

Miguel, con el traje empapado, se levantó de un salto y le lanzó una mirada asesina.

—Si no fuera por el respeto que le tengo a Diego, no te habría dejado pasar una. Pero ya estás divorciada de él, aun así, ¿te atreves a provocarme?

—No solo me atrevo —respondió Sofía con voz cortante—, ¡quiero que te disculpes conmigo y con Carmen!

Miguel estaba entre sorprendido y furioso.

Le sorprendía que la tímida Sofía, la que siempre se mostraba sumisa tras Diego, ahora se le plantara enfrente. ¿De dónde sacaba valor esa mujer, que no era más que alguien que había maniobrado para entrar a una familia poderosa?

Y lo que más lo enfurecía era esa seguridad impostada, esa presencia lo irritaba hasta lo más profundo.

—¡Sigue soñando! —dijo, molesto, sacudiéndose las gotas de agua de encima—. Carmen, no tenemos nada más de qué hablar.

Lanzó la amenaza y salió del lugar, molesto.

Cuando la puerta se cerró, Carmen rechinaba los dientes de la rabia.

—¡Qué coraje! ¡Cómo me hubiera gustado darle un par de cachetadas! Si Santiago en serio piensa dejarle la herencia a ese imbécil, la fortuna desaparecerá antes de que él mismo muera.

—¿En tus reuniones de negocios te pasan muchas cosas así? —preguntó Sofía.

—Demasiadas. Por muy alto que uno llegue, siempre hay idiotas que se atraviesan. Te acostumbras a que te provoquen.

Sofía se puso seria.

Era una buena noticia.

Fidel había ido expresamente a celebrar y, con el tiempo, su aprecio por Valentina aumentaba.

Al enterarse, Miguel sintió más admiración hacia ella, y pensó en aprovechar para sacar a relucir lo ocurrido con Sofía y Carmen.

Pero justo entonces recibió una llamada de Santiago.

Miguel quedó impactado. A esa hora, su padre rara vez lo llamaba.

Un mal presentimiento le recorrió el cuerpo y salió al pasillo para contestar.

En cuanto contestó, escuchó el enojo de su padre.

—¡Quiero que vengas a verme de inmediato!

Miguel quedó perplejo.

—Papá… ¿qué pasó?

—¿Te atreves a preguntar? ¡Sabes perfectamente lo que hiciste! —gritó Santiago—. ¡Si no estás aquí en media hora, te juro que te mato!

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