Sofía soltó una carcajada justo en ese momento. Aunque el bullicio del lugar era considerable, su risa, tan clara y melodiosa como un cascabel, sobresalió entre la multitud.
Cuando Santiago la escuchó, el gesto en su cara se volvió aún más sombrío. Isidora comprendió de inmediato lo que estaba ocurriendo.
Por dentro, se sintió triunfante.
Sofía, de plano, no tenía ni una pizca de sentido común. ¿Cómo se atrevía a aparecerse con otro hombre justo delante de Santi, como si nada?
Los ojos de Isidora brillaron, y se le dibujó una sonrisa presumida en los labios.
De pronto, fingió estar en aprietos y se dirigió a Santiago con voz baja:
—Santi, este… ¿no es Sofía?
Se cubrió la boca, simulando sorpresa:
—¿Y ese que está con ella? ¿Quién es? Jamás lo había visto por aquí.
Santiago, de por sí molesto, perdió aún más el control al escucharla. Le lanzó a Isidora una mirada tan cortante que a ella se le heló la sangre.
Sin pensarlo, cerró la boca al instante, pero al mismo tiempo apretó el borde de su vestido con fuerza.
Por dentro, Isidora hervía. Era Sofía la que andaba de coqueta, ni siquiera se había divorciado y ya andaba detrás de otro tipo. ¿Por qué Santi se la agarraba con ella…?
Mordió su labio, sintiendo los ojos a punto de llenarse de lágrimas.
Esta vez, Santiago ni siquiera se molestó en preguntarle si estaba bien. En su mirada solo cabía Sofía, como si el resto no existiera.
Isidora, que había esperado tanto, no consiguió lo que quería. Le lanzó a Sofía una mirada cargada de odio.
...
Terminó el receso. El golpe de un martillo en el escenario devolvió el silencio a la sala.
—Damas y caballeros, la siguiente pieza es un collar de perlas con más de cien años de historia.
Mientras el anfitrión hablaba, retiraron el paño rojo que cubría la vitrina, revelando un collar de perlas antiguas. Aun con el paso del tiempo, las perlas seguían brillando, aunque su sencillez desentonaba con la ostentación del evento.
Al ver la pieza, se escucharon suspiros y murmullos de desaprobación.
—¿Qué hace un collar tan sencillo en una subasta de este nivel?
—Exacto, ¿nos quieren hacer perder el tiempo o qué?
—¿Quién decidió traer esto? ¿En qué estaban pensando?
...
Las críticas y el desdén llenaban el lugar, como si el collar fuera una ofensa al prestigio del evento.
A diferencia del resto, Sofía, que se había mostrado relajada hasta entonces, abrió los ojos de par en par. Se quedó mirando el collar, incrédula, con los ojos cristalinos y llenos de emoción.
Su cuerpo se tensó de golpe, y Alfonso, al ver el cambio en ella, volvió a observar el collar con atención. Por más que se esforzara, solo veía un collar de perlas común y corriente.
Sin entender nada, Alfonso se acercó y le susurró al oído:
—¿Te gusta?
En ese instante, Sofía tomó la mano de Alfonso por iniciativa propia. Él se quedó rígido, sintiendo que el mundo se le iba de las manos. Al levantar la mirada, se topó con los ojos de Sofía, llenos de lágrimas.
Ella trató de no sollozar y, con la voz suplicante, le dijo:
—Ese collar era de mi abuela. No sé por qué está aquí, pero necesito recuperarlo. Por favor, ayúdame. Tengo que ganar la puja.

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