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El Valiente Renacer de una Madre Soltera romance Capítulo 141

De pronto, Isidora pareció volver en sí y jaló el brazo de Santiago con ansiedad.

Sus ojos, llenos de súplica, lo miraron fijamente.

—Santi, ¿puedes tomarle una foto para mí? Al final de cuentas, esa también fue mi abuela por nombre. No quiero que las cosas que le pertenecían terminen en manos de cualquier desconocido.

Santiago se quedó pasmado, bajando la mirada. En los ojos de Isidora brillaba una urgencia que no ocultaba nada.

Su expresión apurada se mezclaba, de manera inexplicable, con los dedos crispados de Sofía.

Eso le despertó algo en el pecho.

Sin pensarlo más, alzó el cartel.

—Veinte millones.

—¡Uff!—

Un suspiro de asombro recorrió el salón, aunque nadie se atrevió a decir palabra. Las miradas iban de la fila central al rincón, como si esperaran el próximo trueno.

La competencia entre estos dos era un verdadero duelo de titanes.

La voz del hombre, tan baja como conocida, se coló directo en los oídos de Sofía.

Todo su cuerpo se tensó.

¿Santiago?

¿Qué hacía Santiago aquí?

El desconcierto se asomó en sus ojos, incapaz de ocultar la inquietud. Siguió el sonido, girando hacia el centro de su propia fila.

Ahí estaba Santiago, sentado no muy lejos de ella.

Desde su lugar, podía ver el contorno firme de su mandíbula, tan cortante como la indiferencia que emanaba.

El miedo le atravesó el corazón con una punzada.

Sabía que Santiago jamás pujaría por una simple cadena de perlas. Si estaba metido en esto, era por otra razón.

Mientras su mente se agitaba, sus ojos se cruzaron de pronto con la mirada desafiante de Isidora.

Ya no se veía tan frágil como antes; ahora, sus ojos rebosaban de orgullo y descaro.

Alfonso frunció el ceño, echándole un vistazo a Santiago, sorprendido.

¿Mi tío?

¿Qué le interesaba en esa cadena de perlas, tan común y corriente?

Aunque no lo entendía, Alfonso no se quedó atrás.

—Cincuenta millones.

Después de todo, seguía siendo el sobrino de su tío. Esperaba que con esto, Santiago cediera.

Sofía apretó los labios al escuchar ese “cincuenta millones” flotando en el aire.

Esa cifra... No importaba, aunque tuviera que venderlo todo, iba a recuperar lo que era de su abuela.

El precio se quintuplicó en un parpadeo. Los presentes no solo estaban sorprendidos, ya se habían quedado tiesos en sus asientos.

Solo era una cadena de perlas de agua dulce, pero ya iba en cincuenta millones.

Muchos de los presentes, familias de las más adineradas de Olivetto, no podían evitar maldecir por dentro tanta extravagancia.

Por fuera, claro, nadie se atrevía a mostrarlo.

¿Quién iba a bromear cuando uno de los postores era Santiago, el hombre más rico de Olivetto? Hablar de más era buscarse problemas.

Pensando en eso, todos miraron de nuevo al rincón.

Normalmente, cuando el más rico hacía una oferta, los demás ni se metían.

Pero este tipo no solo no se detenía, sino que multiplicaba la puja sin pestañear.

¿En serio tanto empeño por una simple cadena de perlas?

—Setenta millones.

Capítulo 141 1

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