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El Valiente Renacer de una Madre Soltera romance Capítulo 192

La luz intensa lo cegó de pronto. Santiago parpadeó, aturdido, mientras su conciencia volvía poco a poco a su sitio.

Ya sin la engañosa luz amarilla, el rostro de Isidora quedó expuesto justo frente a él.

Los ojos de Santiago se agrandaron, y de su cuerpo cansado brotó de golpe una energía inesperada. Se echó hacia atrás para poner espacio entre ambos.

El aire denso y pesado del lugar le hizo notar que algo no andaba bien.

Siguiendo su intuición, giró la cabeza. Sofía estaba en pie no muy lejos, con Bea en brazos, observándolos con una mirada helada.

Una ola de nerviosismo le recorrió el cuerpo a Santiago. Sus ojos temblaban, y abrió la boca intentando explicar algo, aunque ni él sabía qué.

Pero lo que siguió fue el sonido de los pasos de Sofía, tranquilos pero firmes. Sin prestarles atención, cruzó la sala encendiendo las luces del pasillo una a una, hasta llegar a la cocina, donde empezó a preparar la leche para Bea.

Isidora miró con detenimiento la figura de Sofía, luego se volvió hacia Santiago, aún con las mejillas teñidas de rojo.

—Santi, ¿ya despertaste?

En sus ojos brillaba la esperanza.

Santiago frunció el entrecejo. Su mirada era como un filo de hielo.

—¿Por qué sigues aquí?

Isidora se quedó inmóvil, sorprendida de que eso fuera lo primero que él le decía.

Trató de recomponerse y forzó una sonrisa.

—Te pusiste muy borracho. No me sentía tranquila dejándote solo, así que te traje hasta acá.

Santiago apretó los labios, sin decir nada. Sus ojos la recorrieron de arriba abajo, pero el gesto de su ceño seguía igual de tenso.

Eso era cierto. Se había emborrachado.

Bajó la mirada y se llevó una mano a la sien. El dolor de cabeza lo atravesó como un relámpago, haciéndolo sentir que la cabeza le iba a estallar.

Isidora, viendo el cambio en su expresión, se apresuró a acercarse con una taza entre las manos.

—Santi, aquí tienes un remedio para la cruda. Tómalo, te va a hacer bien.

En ese momento, Sofía volvió de la cocina con Bea ya alimentada en brazos, y lo primero que vio fue esa escena que parecía sacada de una postal de familia perfecta.

Isidora, con el rostro lleno de preocupación, le acercaba el remedio a Santiago. Él, desarmado por el alcohol, con el cabello suelto y los mechones cayéndole sobre la cara, parecía mucho más vulnerable de lo normal.

De verdad que hacían buena pareja.

Sofía se burló en su interior y, sin mirar atrás, giró para irse directo a su cuarto.

—Sofía.

Capítulo 192 1

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