Cuando Sofía llegara, seguramente lo primero que vería sería la escena de él bailando con Isidora, ¿no?
Santiago dejó de divagar y, con elegancia, extendió la mano hacia Isidora en una clara invitación a bailar.
Isidora, entre tímida y emocionada, apoyó su mano en la de él.
—Dong—
El piano en el escenario lanzó una nota potente y vibrante, marcando el inicio.
Alrededor, los demás empezaron a disminuir el ritmo de sus pasos. Todos miraron inconscientemente hacia el centro del salón.
En ese instante, Santiago e Isidora se convirtieron en el centro de atención.
La lámpara principal, justo sobre ellos, bañaba el centro del salón con una luz brillante, haciendo que el vestido de Isidora pareciera una galaxia de estrellas en movimiento.
Isidora no pudo evitar mostrar una pizca de orgullo en la mirada. Se quitó lentamente la chalina de los hombros.
—¡Wow! ¡Jamás había visto un vestido tan bonito!
—Ese diseño en los hombros es una maravilla, ¿no es el modelo exclusivo de Dior del que todos hablan últimamente?
...
Las exclamaciones de asombro no paraban, y entre la multitud, algunos entendidos ya comenzaban a adivinar de dónde provenía el vestido de Isidora.
La parte superior del vestido parecía una mariposa a punto de alzar el vuelo.
Con un leve movimiento de cuello y una postura erguida, Isidora acentuó aún más el efecto: era como si la mariposa de tela cobrara vida.
—Los vestidos de alta costura de Dior son imposibles de conseguir, ¡y este es único en el mundo! El presidente Cárdenas sí que supo esforzarse por Isidora.
Varias personas cuchicheaban, analizando la reacción de Santiago a través de este impresionante vestido.
Isidora, complacida, recorrió con la mirada a quienes la rodeaban, incapaz de ocultar una expresión altiva y triunfante. Pero al mirar a Santiago, su actitud cambiaba: ahora lo miraba con una dulzura que desbordaba ternura.
—Santi...
Su voz se deslizó suave, envolvente.
Santiago, distraído, apenas reaccionó, pero la rodeó de inmediato por la cintura.
El piano fluía como un arroyo, llenando el aire de melodía.
Isidora se movía al ritmo de la música.
Por un momento, todos los invitados parecían transformarse en simples comparsas: Isidora, junto a Santiago, brillaba con luz propia.
Lo que decían no eran más que cumplidos disfrazados.
—Isi, para mí Sofía no es más que la fachada que el presidente Cárdenas puso para calmar a la familia. ¿Cómo se va a comparar contigo? ¡Mira nada más cómo te cuida él!
—No digas eso. Aunque la hermana mayor insistió tanto en casarse con Santi que resultó incómodo para todos, al final son esposos. Mejor no hablar mal de ella.
Isidora mordió su labio con aire de incomodidad, fingiendo estar en una situación difícil.
Parecía defender a Sofía, pero cada palabra era un menosprecio disfrazado.
—¡Bam!—
De pronto, un cambio abrupto en el piano tronó en el aire, tan agudo que hizo que los invitados más cercanos se taparan los oídos.
La molestia fue inmediata; varias personas voltearon con mala cara hacia el escenario.
Santiago seguía con la mente hecha un lío. Entrecerró los ojos, por fin mostrando una reacción.
Frunció el ceño y, antes de llamar a Jaime para que resolviera la situación, una figura alta y delgada se levantó junto al piano.
Era Sofía.
De inmediato, la atención dispersa de Santiago se tensó, y sus pupilas se contrajeron.

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Valiente Renacer de una Madre Soltera