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El Valiente Renacer de una Madre Soltera romance Capítulo 218

El rostro de Sofía fue jalado bruscamente hacia un lado, obligándola a encontrarse de frente con una mirada colmada de odio y resentimiento.

Los ojos turbios de aquel sujeto destilaban veneno puro.

Sofía sintió cómo el veneno de esa mirada recorría su espalda como un escalofrío. Se le tensaron los nervios, incapaz de recordar a quién había ofendido desde que salió de la cárcel.

—Así que tú eres la esposa del millonario Santiago… —la voz del tipo era ronca y retorcida.

Él le apretó el cuero cabelludo con una mano gruesa y sucia, arrugándole la piel de la frente, mientras sus ojos se llenaban de una locura inquietante.

Sofía, tras oír esas palabras, logró reconocer al hombre: era el mismo taxista con el que se cruzó durante la fiesta de celebración en Villas del Monte Verde.

Al mirar los ojos rasgados y hundidos del conductor, sintió el miedo treparle por el pecho. Recordó todas esas historias que había visto en internet sobre taxistas desquitándose con sus pasajeros por cualquier pretexto.

Un sudor helado le recorrió la espalda. Tragó saliva, intentando que la voz no le temblara y conservar un poco de dignidad.

—¿Qué piensas hacer? Aquí es zona residencial, hay cámaras en todos lados —fingió calma, aunque el temblor en su voz la delataba.

El conductor la miró con ojos desorbitados, obligándola a no apartar la mirada:

—¿De verdad crees que soy tan idiota? Las cámaras de la entrada son puro adorno, igual que tú. ¿Crees que por andar vestida de lujo puedes verme la cara de idiota, eh, maldita?

Sofía se quedó paralizada. Instintivamente, buscó con la mirada la cámara de vigilancia que Santiago había mandado instalar afuera de la casa.

Recordó cómo, cuando recién la pusieron, le molestaba ver esa luz roja encendida, como si la estuviera vigilando todo el tiempo. Pero ahora, justo en el momento más crítico, esa luz no aparecía. La cámara estaba apagada.

Un nudo se le formó en la garganta. Apenas alcanzó a procesar la angustia cuando el conductor le apretó aún más el cuero cabelludo, arrastrándola hacia el carro con fuerza.

Sofía se alarmó, quiso gritar con todas sus fuerzas, pero él le tapó la boca de inmediato.

—Mmm-mmm— —el llanto ahogado le explotó en los ojos, mientras luchaba por zafarse. Pero la diferencia de fuerza entre ambos era abismal.

El conductor, al ver que ella se resistía cada vez con más desesperación, se puso nervioso. Echó un vistazo alrededor, asegurándose de que no hubiera nadie cerca, y entonces apretó más, como si quisiera desquitar todo su resentimiento por no pertenecer al mismo mundo de Sofía.

En cuestión de segundos, la piel clara de Sofía se cubrió de marcas rojas, y su cara adquirió un tono pálido, casi traslúcido.

El conductor mascullaba insultos entre dientes mientras Sofía apenas podía contener los sollozos. Sus palabras eran veneno puro, lanzado con odio a quemarropa.

De pronto, un carro de lujo se detuvo a unos metros.

Sofía abrió los ojos de par en par, pero la mano del hombre seguía cubriéndole la boca, impidiéndole pedir ayuda.

Solo pudo ver, impotente, cómo Santiago e Isidora bajaban del carro, caminando juntos hacia la entrada de Villas del Monte Verde.

—Con que sí era cierto lo que dicen, ¿no? Tu esposo tiene otra —se burló el taxista, mirándola con desprecio—. Aunque tú desaparezcas, seguro ni le importa.

Se carcajeó, subió el vidrio polarizado y selló todas las puertas.

Capítulo 218 1

Capítulo 218 2

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