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El Valiente Renacer de una Madre Soltera romance Capítulo 78

Isidora reaccionó de inmediato. La sonrisa en sus labios se hizo aún más marcada.

—Hermana, nuestra madre siempre nos enseñó que, para disculparse, hay que hacerlo de corazón.

Sofía levantó la mirada, entornando los ojos con desconfianza.

—¿Y tú qué propones?

—Eres mi hermana. Aunque me pegaste, no puedo ponerme a tu nivel y devolverte el golpe —Isidora recordó la humillación de aquel día, y por un instante, bajo su mirada apareció un destello helado—. Mejor hagamos esto.

Se inclinó un poco, acercándose tanto a Sofía que su voz se volvió un susurro venenoso:

—Ve a la recepción del Grupo Cárdenas y arrodíllate ahí durante dos horas. Si lo haces, te perdono.

Apenas terminó de hablar, Isidora se enderezó y cruzó los brazos, como si las palabras que acababa de pronunciar no hubieran salido de su boca.

Los ojos de Sofía se abrieron con asombro y rabia, incapaz de creer lo que estaba escuchando. Miró a su hermana como si frente a ella tuviera a una serpiente venenosa.

También quienes se habían acercado a mirar la escena quedaron impactados. Nadie imaginó que la señorita Isidora pudiera llegar a ser tan despiadada.

—¿No quieres? —Isidora bajó la voz, cargando sus palabras con burla.

—Me enteré de que el abogado Castro, ese que siempre se daba aires de importante, fue capaz de todo por ti: hasta fue a beber con clientes y puso su casa en venta. Y ahora, ¿ni siquiera estás dispuesta a hacer algo tan sencillo por él?

Isidora sonrió, pero el ambiente se tensó con su presión invisible sobre Sofía.

—Señorita Isidora…

Alguien intentó intervenir, pero Isidora levantó la mano y los calló de inmediato.

—Fue Santiago quien pidió que mi hermana viniera a buscar mi perdón. ¿Van a meterse ustedes?

A pesar de su tono aparentemente amable, la amenaza en sus ojos era clara. Nadie se atrevió a decir nada más. Solo miraron a Sofía con lástima.

El tono de Sofía era hueco, como si ya nada le importara.

—Por supuesto —Isidora cruzó los brazos, tranquila—. Si no confías en mí, al menos deberías confiar en Santi, ¿no crees?

Remarcó el apodo “Santi” con un matiz coqueto, casi infantil, dejando claro que la relación con Santiago era cercana y llena de complicidades que a Sofía le estaban vedadas.

Mientras tanto, Isidora no le quitaba los ojos de encima, esperando saborear la humillación de su hermana. Al ver que Sofía vacilaba, sonrió apenas.

Sofía, sin embargo, desvió la mirada y buscó apoyo en Jaime, quien justo aparecía en la puerta. Esperaba que él pudiera darle una respuesta más favorable, una pizca de esperanza.

Jaime, sorprendido por la escena, vaciló bajo la mirada inquisitiva de Isidora. Al final, asintió con dificultad.

—El presidente Cárdenas sí lo dijo. Si la señorita Isidora está de acuerdo, él no volverá a meterse con el abogado Castro. Pero… —Jaime se atrevió a continuar, pero por dentro dudaba. El presidente nunca había pedido que la señorita Rojas se arrodillara. Además, la presencia de Isidora en la empresa esa noche era una coincidencia. Si el presidente supiera que Isidora estaba forzando a Sofía a humillarse así…

—Suficiente, Jaime —lo interrumpió Isidora, antes de que siguiera hablando. Luego dirigió una mirada expectante a Sofía—. Ahora solo falta ver tu decisión, Sofi. No vas a dejar que Joel lo pierda todo, ¿verdad?

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