Esposa sustituta romance Capítulo 2

Sonrió con amargura, mientras todos observan la escena sorprendidos, porque el gran Harding Lennox, se encuentra arrodillado frente a mí hermana Marisa, sosteniendo un anillo que podría valer más que mi vida.

Todos, escuchamos las palabras más dulces de un hombre tan frío, que incluso, me hace sentir que estoy soñando. Pero no es así. El gran Harding, el magnate de los negocios y el hombre que tanto he amado, está proponiéndole matrimonio a mi hermana.

— ¿Aceptas casarte conmigo, mi querida, Marisa? — pregunta Harding y mi hermana, primero observa el anillo, mirándolo con desagrado.

— ¿Así es de grande tu amor que me estas proponiendo matrimonio con esta baratija? — pregunta mi hermana y yo casi escupo mi champaña por ello.

¿Una baratija? ¡Ese anillo es la última entrega del gran joyero Breston Pardson! ¡Ese anillo que considera una baratija, es el anillo más costoso y hermoso de su colección, la cual supera el precio de los cincuenta billones de euros!

¿Cómo puede decir que es una baratija si ni teniendo mucho dinero, podrías comprarlo porque solo hay uno hecho a mano del gran joyero que coloco en el mismo, cristales de diamantes, esmeraldas y rubíes, para hacerlo tan majestuoso?

Dios, Pardson debe estar llorando en su taller, por ser su obra maestra despreciada. — me digo mentalmente.

— Lamento mucho ser tan desatento, querida. Tienes razón, esta baratija no está a tu altura. Por lo que, prometo darte el anillo que más te guste. Sin embargo, ¿podrías responderme si deseas ser mi esposa? — pregunta Harding mostrando la sumisión que solo muestra con Marisa.

— Esta bien. Acepto ser tu esposa — dice con poco interés, mientras Harding sonríe complacido.

Ver la escena, me produce malestar. Pero, debo quedarme. Sobretodo porque estamos frente al gran Harding que no aceptaría que alguien de los presentes haga un comentario al respecto o se atreva a ofenderlo marchándose.

La pareja, que estoy segura, no duraría mucho de casados, se besa de una forma tan simple, que demuestra cuan afectuosos serán en el futuro. Cuando llegan a nuestra mesa, mis padres abrazan a su hija y felicitan a su bien más preciado; su yerno.

Después, llega mi turno donde felicito a mi futuro cuñado y el hombre del que estoy enamorada. Buscando mis actitudes de actriz, le sonrío y muestro que estoy feliz por su compromiso, estrechando su mano, mientras él dolor me invade.

Esta bien. De todas maneras, estabas destinada a no ser su esposa — murmuro mentalmente.

— Felicidades, señor Lennox — le felicito.

— Gracias — dice, para después ignorarme como siempre lo hace.

Cuando llego hasta donde esta mi hermana, su mirada altiva me da una clara señal de cuanto le encanta ser el centro de atención aunque no ame a su ahora prometido.

— Felicidades, hermana.

— ¿Viste como me lo propuso? — pregunta con fingida emoción, mientras mi corazón duele.

— Sí, felicidades.

— ¿Me acompañas al baño? — pregunta y yo asiento.

Cuando estamos por irnos, su prometido la toma del brazo y ella le dice que va a hacer.

— No te demores o iré a buscarte — dice y ella sonríe para después, darle un beso que lo doblega.

— No tardaré, cariño — dice para después marcharse.

Con fingido cariño, me toma del brazo y se marcha conmigo, como si fuéramos íntimas amigas o hermanas que se aman. Sin embargo, apenas entramos al baño, me suelta con brusquedad y me muestra la verdadera Marisa que ama despreciarme.

— ¿Qué se siente que tu hermana se case con quien amas? — pregunta sonriente y yo trago duro.

— Era mi amor de adolescencia. Ya lo supere. — le informo y ella bufa incrédula.

— En tu cara se nota que aún lo amas. Así que, hermana, puedo ser buena contigo y cuando quiera intimar conmigo, puedo planear todo para que lo hagas con él en mi nombre. — dice mi hermana y yo la observó confundida.

— ¿Qué dices?

— El tonto de Harding cree que soy virgen y es mi virginidad la que sacó a flote la empresa de mi padre. Por lo que, debo entregarle esa virginidad por la que pagó mucho. Sin embargo, hay un problema…

— No eres virgen — murmuro y ella sonríe asintiendo.

— Exactamente. Ya eso de ser virgen hasta el matrimonio, no se usa. Pero, él es un poco antiguo en eso. Por lo que, debo darle una virginidad.

Capítulo 2 Sentir dolor 1

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