Florecer en Cenizas romance Capítulo 108

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Fabiola estaba sentada dentro del carro, mirando a través de la ventana.

Sebastián y Martina también salieron del edificio. Los dos traían la cara tensa, como si realmente algo se hubiera roto entre ellos.

Martina parecía querer tomarle el brazo a Sebastián, pero él se apartó, casi por instinto.

Fabiola observó la escena desde la ventana, apoyando la frente en el vidrio y dejando escapar una sonrisa irónica.

¿Amigos de toda la vida? ¿El gran amor? ¿Esa persona que Sebastián llevaba oculta en el corazón? Ahora hasta ella parecía una simple mancha imposible de limpiar, como la sangre de un mosquito en la pared.

—Sebastián, ¿qué te pasa? Te pedí que me acompañaras a Ciudad de la Luna Creciente al museo y no quisiste, pero en cuanto escuchaste que Fabiola estaría aquí, aceptaste sin dudar —Martina le reclamó, el enojo le chisporroteaba en la voz.

Sebastián la miró con cansancio, como si le doliera la cabeza.

—Estás exagerando.

—¿Exagerando? Bueno, ya que según tú todo está bien, entonces vámonos a casar, Sebastián.

Martina lo miró directo, como si aferrarse al matrimonio fuera la única forma de no perderlo.

Ya no podía ocultar la ansiedad en su mirada. Había notado que Sebastián sentía algo por Fabiola, al menos una fuerte necesidad de tenerla solo para él.

—Todavía es muy pronto para hablar de eso. Mejor regresemos —Sebastián abrió la puerta del carro, invitando a Martina a subir.

Martina apretó las manos sobre su falda, se quedó callada un buen rato, pero al final subió al carro.

Sebastián, sin embargo, no entró. Volteó hacia donde estaba Fabiola, sus pensamientos un misterio.

Se apoyó en la puerta del carro, y cuando vio a Agustín acercarse para irse, le ofreció un cigarrillo.

—Señor Agustín, ¿le gustaría platicar un momento?

—Ya dejé de fumar. Fabiola odia el olor a cigarro —Agustín respondió con tono seco.

Los ojos de Sebastián se oscurecieron. Se llevó el cigarro a los labios y encendió el encendedor.