Jefe Irresistible: Rendida a su Pasión (de Maria Anita) romance Capítulo 23

Volví a mi escritorio casi al final de la jornada. Terminé mis pendientes del día y escuché a Rick entrar cantando "Oh! Pretty woman".

—Rick, tendrías futuro como cantante —le sonreí.

—Tal vez, tal vez, pero me gusta el ambiente de esta oficina. Celeste me contó todo, estaba en el tercer piso haciendo unas copias, ¿estás bien? —me miró esperando la respuesta.

—Sí, estoy bien. Gracias.

—Bueno, entonces amiga, me voy. Mi esposa llamó, llegó más temprano a casa y dice que tiene una sorpresa esperándome. ¡Me encantan sus sorpresas, estoy ansioso!

—Mira nada más, qué suertudo eres. ¡Que tengas una excelente noche!

—Gracias. Mañana en el almuerzo te cuento qué tramó. Ah, ¿hacemos algo el fin de semana? Le hablé de ti y está emocionada por conocerte.

—¡Será genial! ¿Puedo invitar a mi amiga?

—Claro que puedes. ¡Hasta mañana, pretty woman!

Sonreí con el apodo que me puso y escuché justo detrás de mí, muy cerca de mi oído:

—Ah, señorita Catarina, ¿qué voy a hacer con usted? Mi amigo silba encantado cada vez que te ve, su asistente te llama pretty woman, yo no puedo controlarme y ahora estoy adicto al pastel de chocolate. ¿Cómo vamos a resolver esto? —Alessandro habló de una manera tan seductora que era como chocolate caliente derritiéndose.

—Señor Mellendez, cuidado con las adicciones —dije sonriendo sin voltear.

—Vamos, pretty woman, vamos a presumir tu belleza en un restaurante. Vamos a cenar y tener un momento agradable, porque hoy fue un día tenso, ¿no es así? Pero no creas que me olvidé de nuestra conversación —me guiñó el ojo y caminó hacia la puerta. Patricio y Mari ya nos esperaban en el elevador.

La cena fue realmente muy agradable y divertida. La comida estaba deliciosa, después de cenar mi jefe pidió una rebanada de pastel de chocolate y me susurró al oído:

—¡El día de hoy fue intenso!

—Alessandro, quiero disculparme contigo. No fui profesional hoy, cedí a las provocaciones y me pasé de los límites. Entiendo totalmente si reconsideras si soy la persona indicada para el puesto. Estaba dispuesta a presentar mi renuncia al final del día, pero ocurrió todo ese alboroto, puedo entregarla mañana. Yo no soy así, no me comporto con vulgaridad ni me permito actuar sin pensar, pero tú despiertas algo en mí que no sé explicar y luego vienes y me provocas y me vuelvo loca —hablé sinceramente. Cuando lo miré estaba sonriendo.

—Cata, es la primera vez que me llamas por mi nombre sin formalidad. Me gustó, ¿puede ser así de ahora en adelante? —asentí sin entender y continuó—. Mira, Cata, sé que no eres así. Cuando estaba en Nueva York le pedí a Mari que me enviara tu currículum y llamé a tu antiguo jefe. Sé exactamente quién eres. Y tendrías que ser una piedra de hielo para no caer en mis provocaciones. Confieso que me divertí mucho hoy, pero durante la videoconferencia quise darte unas nalgadas en ese hermoso trasero que tienes, porque no sé una mierda de lo que pasó en esa reunión y yo soy muy atento a mi trabajo —se pasó ambas manos por el rostro, en ese gesto que ya me parecía tierno—. ¿Tienes idea de lo frustrado que me dejaste al verte tocándote y no poder participar?

—Lo siento... pero... estaba muy enojada contigo por lo que hiciste después del almuerzo.

—Carajo, mujer, ¡no te disculpes! Solo que la próxima vez, recuerda que yo también quiero jugar —dijo con una sonrisa perversa en los labios—. No voy a despedirte, eres muy competente y sea lo que sea que pase entre nosotros, sé que no afectará el trabajo. ¿Cierto? Entonces, ¿podemos solo dejar que fluya? ¿Y evitar que me quede sin palabras durante una reunión importante? —asentí divirtiéndome al saber que había sacudido las estructuras de ese hombre poderoso—. Ahora ve a descansar, debes estar exhausta. Mañana hablamos con calma.

Tomó mi mano, le dio un beso delicado y salí del auto. Antes de que entrara al edificio me llamó:

—¡Cata, voy a seguir provocándote! —y soltó una carcajada.