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Jefe Irresistible: Rendida a su Pasión romance Capítulo 26

Escuché a mi jefe llamarme y me giré pensando que iba a asignarme más trabajo.

—¿Sí, Sr. Melléndez?

—Cierra la puerta, por favor, y ven aquí.

Cerré la puerta, volví y me coloqué frente a él que estaba sentado en ese mismo sofá que me recordaba cosas insanas.

Alessandro tenía una postura algo desolada, con los codos apoyados en las rodillas y la cabeza baja. Tuve ganas de pasar las manos por su cabello y decirle que todo estaría bien, pero no lo hice.

Todas las veces que él me tocaba me sacaba completamente de la razón. El simple roce de él, por más superficial que fuera, hacía que mi piel ardiera y mi cuerpo implorara por él. Era inexplicable lo que este hombre me provocaba.

Se irguió frente a mí y me jaló por la cintura hacia su abrazo. Era tranquilo, gentil y afectuoso. Era diferente a todas las interacciones que habíamos tenido hasta ahora, pero al mismo tiempo era una sensación familiar que calentó mi corazón.

Sentí que depositó un beso cálido en mi hombro derecho antes de hablarme al oído:

—No sé a dónde va a llevar todo esto...

Pensé que hablaba sobre la auditoría, entonces quise calmarlo, pasé mis brazos alrededor de su cuello y deslicé mi mano por su cabello.

—Tranquilo, Alessandro, verás que todo saldrá bien.

Suspiró y empezó a trazar un camino de besos por mis hombros, subiendo por mi cuello. Al llegar al lóbulo de mi oreja le dio un mordisco suave y lo succionó, soltándolo y depositando otro beso allí, siguiendo con sus besos hasta mi boca.

Lo que empezó con un beso de labios cerrados, sencillo y delicado, fue ganando ferocidad cuando reclamó mi boca, invadiéndola con su lengua y no pude resistirme a responder con la misma intensidad. Nuestras lenguas se tocaban como en un ballet rítmico y suspiré en su boca haciéndolo apretar aún más su abrazo y girarnos, recostándome sobre el sofá con su peso sobre mí.

Sentí su erección rozar mi sexo que ya estaba húmedo y deseoso de las sensaciones que me provocaba. Alessandro lentamente recorría el costado de mi cuerpo con sus manos, llevándolas hasta mis pechos que ya estaban implorando su atención.

Sintió mis pezones endurecidos por el deseo que despertaba en mí y sonriendo levantó la cabeza interrumpiendo el beso para decirme con una sonrisa traviesa:

—Creo que es hora de ver lo que aún no he visto, antes de que los botones de esta camisa revienten.

Bajó nuevamente su boca sobre la mía y aumentando la fricción entre nuestros cuerpos, comenzó a explorar mi cuello con besos húmedos, llegando hasta el primer botón de mi camisa.

En un movimiento rápido nos cambió de posición, sentándose en el sofá y colocándome sentada sobre su regazo, jalándome hacia abajo como si quisiera fundirnos y frotando su miembro duro contra mí, esto me hizo cerrar los ojos y gemir, mientras él se movía.

—Ah, Cat, ¿qué voy a hacer contigo robándome el juicio?

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