Samantha se acercó con una enorme sonrisa.
—¿Cómo están? —preguntó muy amable—. Catarina, por favor, tienes que entrar a la tienda, ¡llegó un vestido que es simplemente perfecto para ti! ¡Por favor!
—Ah, pues claro que vamos a entrar, ya me dio curiosidad —dijo Melissa jalándome hacia la tienda.
La vendedora trajo el vestido en una funda. Era un vestido de noche, rojo brillante, corto, con tirantes, un escote en V y en la espalda un escote profundo hasta la base de la columna. Era sexy y quedé maravillada con ese vestido.
—Al probador ahora, Catarina —ordenó Melissa.
—Meli, ni siquiera salgo de noche, ¿dónde voy a usar un vestido así? —pregunté tratando de resistirme a ese vestido.
—Nando llega hoy y le voy a decir que nos lleve a bailar la próxima semana. Ándale —Mi amiga estaba en modo mandona.
—Ya que tienen planes, te voy a traer un vestido deslumbrante también, Melissa —dijo la vendedora entusiasmada y Melissa aplaudió.
Entré al probador y me puse ese vestido diminuto, quedando impactada por la falta de tela. ¡Ni siquiera llegaba a la mitad de mis muslos! Pero era extraordinariamente hermoso, me hizo sentir poderosa y bella. Salí del probador y las chicas se quedaron mirándome con la boca abierta.
—Da una vueltecita lentamente, Cata, déjanos ver —dijo Melissa girando el dedo en el aire y le obedecí.
Cuando volví a quedar de frente a ellas, me encontré siendo descaradamente observada por un par de ojos masculinos y una sonrisa pícara. Quería que me tragara la tierra.
—Vaya, Catarina, con razón Alessandro está desesperado por que vuelvas con él. Te ves increíblemente sexy en ese vestido —dijo Heitor Martinez sin ningún pudor.
Heitor estaba de pie detrás de Melissa y la vendedora, con los ojos clavados en mí y sonreía contemplativamente. Melissa se volteó divertida con la situación, ya estaba acostumbrada a la manera de Heitor de decir todo lo que piensa.
—Y todavía ni se ha puesto los tacones. Esperen que voy a buscar unas sandalias perfectas —dijo la vendedora y fue a buscarlas.
—¿Y tú, Melissa, no vas a probarte el tuyo? —preguntó Heitor a Melissa—. Vamos chicas, desfilen para mí, ya que no puedo tener a ninguna de las dos, al menos puedo admirarlas —es un sinvergüenza.
La vendedora volvió con las sandalias y le entregó un par a Melissa, quien decidió seguirle el juego a Heitor. Noté que Heitor recorría el cuerpo de Samantha con los ojos, era un descarado.
—Bueno, me lo voy a probar, también quiero que me digan que estoy sexy —dijo Melissa y entró riendo al probador.
Me calcé las sandalias rojas con tacones altísimos y finas tiras que se entrelazaban como dibujando una flor. Quedaron perfectas.
Melissa salió del probador con un vestido azul marino en una tela brillante que parecía salpicada de estrellas, calzada con una sandalia plateada de tacón con tiras finas sobre el pie. ¡Estaba hermosa!
Heitor nos miraba apreciativamente y Samantha aplaudía con una sonrisa mega brillante.
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