Desperté siendo abrazada por el amor de mi vida. No hay sensación mejor en el mundo que estar en los brazos de quien amamos. Estaba acostada con la cabeza apoyada en el pecho de Alessandro, nuestras piernas entrelazadas y sus brazos alrededor de mí. Estábamos desnudos, Alessandro impidió que me pusiera un camisón, dijo que quería sentir mi piel sobre la suya y era realmente la mejor sensación del mundo estar pegada a él sin ninguna barrera.
— Buenos días, mi ángel. —Sentí su beso en mi cabeza y lo miré sonriendo.
— ¿Cómo puedes despertar tan guapo? —Pregunté sonriendo como una tonta y él me atrajo para un suave beso en mis labios—. ¡Buenos días, mi amor!
— ¡Hmmm! Me gusta cómo suena eso. Repítelo. —Alessandro habló mimoso.
— ¿Qué? ¿Que despiertas guapo? Eres el hombre más guapo que he visto. —Dije con una enorme sonrisa.
— También me gusta oír eso, pero pedí que repitieras lo otro. —Él insistió.
— ¿Buenos días? —provoqué.
— ¿Me estás provocando, mi ángel?
— ¡Solo un poco! ¡Mi amor!
Él amplió aún más su sonrisa y me giró, quedando sobre mí apoyado en sus antebrazos y miró profundamente a mis ojos.
— No tienes idea de lo feliz que me haces, de lo maravilloso que es despertar abrazado a ti, de cuánto te amo. Eres mi amor, Catarina. Quiero dormir y despertar contigo todos los días.
Alessandro me besó. Comenzó con un beso lento y apasionado que fue profundizándose, su lengua invadiendo mi boca y haciéndome adicta al increíble sabor de sus besos. Se movió sobre mí y suspiré cuando sentí su miembro rígido en mi apertura húmeda. Bajó su boca por mi cuello, salpicando el camino de besos y cuando llegó a mi pezón chupó y succionó como si me saboreara. Solté un gemido bajo y él alejó su boca de mí por un segundo.
— Tienes que quedarte calladita, mi amor, nuestro niño duerme en la habitación de al lado.
Sonreí al oírle decir eso. Mi corazón se calentaba al percibir el cariño que sentía por mi hijo.
Alessandro pegó su boca a mi otro pezón, chupando y lamiendo, y con la mano atormentaba el que acababa de soltar. Ahogué un gemido. Su tortura en mis senos era dulce y deliciosa.
Su boca comenzó a bajar por mi vientre, con besos calientes y húmedos. Cuando llegó al medio de mis piernas comenzó a besar, chupar y lamer uno de mis muslos, después hizo lo mismo con el otro. Subió en dirección a mi sexo y pasó su nariz por mi apertura empapada.
— Hum, mi ángel, tu olor es adictivo. Tanto como tu sabor. Tu sexo es tan delicioso, tan lindo, rosadito y apretado. Me vuelvo loco por tocarlo, chuparlo, lamer toda esa miel deliciosa que escurre de él.
Alessandro comenzó a lamer mi sexo, cerró sus labios en mi clítoris y succionó llevándome a una ola de placer. Chupó, lamió, mordisqueó, volviéndome loca. Metió un dedo en mi apertura mientras me chupaba. Era el paraíso sentir su boca en mí, dándome tanto placer. Metió un segundo dedo en mí. Estaba loca de excitación, comencé a moverme en su boca, agarré sus cabellos sosteniendo su cabeza y restregándome más en él. Era el paraíso. Llegué al clímax en su boca, conteniendo un gemido de placer, fue delicioso. Me lamió entera, succionando todo mi sexo y dejándome en las nubes.
Volvió a subir besos por mi cuerpo, ya estaba tan sensible que toda mi piel se erizaba. Llegó a mi boca y me besó, haciéndome sentir mi propio sabor en su boca.
Sentí la punta de su miembro tocar mi sexo, jugó, subiendo y bajando ese delicioso miembro, besándome con pasión. Comenzó a penetrarme lentamente, estaba empapada y loca por sentirlo dentro de mí. Interrumpió el beso y me sonrió, estaba en agonía, lo quería entero dentro de mí.
— Dime qué quieres, linda. —Habló con voz ronca y muy sexy.
— Te quiero todo dentro de mí.
— Tu deseo es una orden.
Y en un movimiento rápido entró completamente en mí, ensanchándome y llenándome. Era delicioso sentirlo entero dentro de mí. Comenzó a moverse lentamente, besando mi boca, mis senos. Nuestros movimientos eran rítmicos, deliciosos y causaban una fricción que me enloquecía.
— Más rápido, amor, por favor. —Supliqué en su oído.


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