"Alessandro"
Dejé a Catarina en Lince y me dirigí hacia mi empresa. Tuvimos un fin de semana maravilloso. Sus padres eran excelentes personas y me recibieron tan bien que me sentí acogido y en familia. Eso era muy bueno. Claro, tuvimos aquel inconveniente con su ex, pero el tipo es un completo idiota y la prima una envidiosa. Sin embargo, nuestro fin de semana fue maravilloso.
Ella volvió a mí, esto llenó mi corazón hasta casi explotar de felicidad. Y Pedro hacía que todo fuera aún más perfecto. Si mis padres estuvieran vivos se habrían encantado con Catarina y habrían amado a Pedro como si realmente fuera su nieto.
Pensar en mis padres todavía me causaba un dolor y una nostalgia infinita, aún más después de saber que el accidente que los mató pudo haber sido provocado, eso clavó un cuchillo en mi pecho. Necesitaba descubrirlo. Alencar estaba tomando todas las providencias y hasta que él tuviera información, tendría que esperar y controlar mi ansiedad. Esta espera me dejaba inquieto.
Cuando llegué a mi empresa, tenía una idea en la cabeza. Llamé a Samantha a mi despacho y cerré la puerta.
— Sam, ya sabes que Catarina y yo volvimos. Pero ella no quiere volver a trabajar conmigo. Dijo que recordará todo lo malo que sucedió.
— Con seguridad, Alessandro, no se sentirá cómoda, más aún con ese sofá. —Samantha señaló el sofá en mi oficina.
— ¿Y crees que si cambio las cosas aquí, redecoro todo, ella se sentiría mejor? —pregunté ansioso.
— Ella se sentirá mejor quemando ese sofá. —Samantha habló.
— Samantha, ¿puedes pensar en el conjunto y no solo en el sofá? —miré y ella estaba sonriendo.
— Mira, Alessandro, creo que el cambio es un buen comienzo, no es garantía, pero hará que se sienta más cómoda en un nuevo ambiente, sin los malos recuerdos.
— ¡Excelente! Me gustaría que te encargaras de esto. ¿Puede ser?
— ¿Yo? Pero, Alessandro, ¿por qué no contratas a un decorador? —Samantha preguntó sorprendida.
— Porque tienes muy buen gusto y confío en que harás un buen trabajo. El presupuesto está liberado, gasta lo que quieras. Encárgate de que yo ocupe otra oficina aquí en el piso hasta que las cosas estén listas y quiero que tu escritorio quede cerca de mi despacho y me atiendas directamente en este período. ¿Cuántos días crees que necesitas?
— Una semana, porque mandaré a pintar las paredes. Ya estoy llena de ideas. —Samantha habló animada, haciéndome sonreír.
— ¡Excelente! Ahora dime qué tenemos para hoy y después te cedo la oficina para que empieces y me quedo con Patricio hasta que me ubiques en otro lugar. —Dije abriendo el portátil.

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