La frustración de Soledad se desató al ver lo falsa que era Ariadna y por ello se desmayó enseguida.
—¡Qué vergüenza! Rápido, llévala de vuelta al hotel —dijo su padre tras fruncir el ceño.
Cintia lo fulminó con la mirada al principio, pero enseguida ocultó el desprecio en su rostro y luego llamó a un camarero para que le ayudara a llevarse a Soledad. El patrocinador no esperaba que ella se desmayara y, justo cuando estaba a punto de distender la tensión, se acercó un grupo de patrocinadores que representaban a varias marcas de café.
—¿Te gustaría ser la embajadora de nuestra marca? Te recompensaremos muy bien —dijo uno de ellos.
-Elíjanos, señorita. Somos una marca de renombre mundial -repitió el otro patrocinador.
-¡Sí, claro! Como si nadie supiera que solo son una empresa que vende café instantáneo barato. —Otro patrocinador se burló, luego se dirigió hacia Ariadna y le dijo—: ¡Por favor, trabaje con nosotros!
Más y más patrocinadores de diferentes marcas se acercaron a ellos, algunos incluso comenzaron a pelearse en medio de la conmoción. La situación se descontroló tan rápido que incluso empujaron a Hipólito entre la multitud y este se quedó sin palabras.
«¿Estos patrocinadores se están peleando para que mi hija sea su embajadora? ¿Mi hija, la que se ha criado en el campo? Bueno, bueno, bueno... A pesar de haber crecido allí, tiene un gran carisma como yo; supongo que se parece a mí». Miró a su hija y asintió con una sonrisa.
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