—¡A ver, repítemelo si te atreves! —La voz de Joaquín sonó cargada de enojo, como si cada palabra pesara toneladas.
Petra lo miró directo a los ojos, sin apartar la vista ni un segundo.
—Nuestra boda ya no tiene sentido, Joaquín. Prefiero cancelarla; no quiero que te estés partiendo en mil solo por esto.
Apenas terminó de decirlo, Petra se dio la vuelta para irse, pero Joaquín la sujetó del brazo con fuerza. Su mirada, antes familiar, ahora reflejaba un enojo innegable.
—¿Y todo lo que hago? ¿Acaso no es por nuestra empresa, por nuestro futuro? ¿Quieres que nuestro hijo llegue al mundo en desventaja, sin nada? —Su voz temblaba de rabia contenida—. Vengo llegando de viaje, y ni siquiera te molestas en preguntarme cómo me fue. Al contrario, te pones en ese plan, haciendo berrinche, armando escenas. ¿En qué momento te volviste así?
Petra lo miró sin parpadear, escuchando todas esas acusaciones vacías. Le daban ganas de reírse.
El hombre frente a ella le resultaba un completo desconocido. Ya no quedaba nada de aquel con quien pensó compartir su vida. Mentía sin pestañear, como tantos otros que, tras ser infieles, terminan echando la culpa a la pareja. Era como si su traición hubiera sido inevitable, como si ella misma le hubiera puesto una pistola en la cabeza y lo obligara a irse con otra.
Faltaban dos meses para la boda. Su hermana le había dado un mes para arreglar todos los asuntos pendientes. En ese mes, Petra pensaba borrar a Joaquín por completo de su vida.
Subió las escaleras sin voltear atrás, directo a la habitación. Entró al baño y empezó a lavarse la cara y los dientes.
Joaquín la siguió. Se acercó por detrás y la rodeó con los brazos, intentando mostrarse humilde, como si de verdad le importara.
—Perdóname, Petra. Todo es culpa mía. He estado saturado de trabajo y te descuidé. Te lo prometo, estos días voy a cancelar todas las salidas, en cuanto salga del trabajo, me vengo directo a casa contigo. ¿Te parece bien?
Petra levantó la vista y, a través del espejo, lo observó. Él intentaba conquistarla con palabras suaves, pero ella solo pudo responderle con una sonrisa cargada de sarcasmo.
—¿Para qué te esfuerzas tanto? Yo...
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Traición en Vísperas de la Boda