La puerta del estudio se abrió y Germán salió, caminando lentamente con la ayuda de su bastón. Al ver a Petra sola en el pasillo, Germán habló con un tono de voz grave e indiferente.
—Señorita Petra, ¿ya lo viste? En el fondo, tú y Benjamín ya no son el uno para el otro.
Al oírlo, Petra apretó ligeramente sus labios rojos.
—La única razón por la que Benjamín se casó contigo —continuó Germán con calma— es porque fuiste la primera esposa que elegí para él.
—Desde joven, él asumió que serías la persona con la que se casaría, así que siempre te consideró de su propiedad. Es que él es así: lo que considera suyo, aunque no le guste, tiene que sujetarlo con fuerza.
Petra escuchaba en silencio las palabras de Germán.
Germán se acercó a ella a paso lento y se detuvo justo enfrente.
—Tienes que estar preparada —dijo con el mismo tono sereno.
—Benjamín ahora solo está cegado por el momento. Si un día recobra la cordura, es muy probable que se divorcie de ti. Espero que cuando llegue ese momento, no sufras demasiado.
—Después de todo, te vi crecer. Y aunque el escándalo que armaste la última vez que viniste a la mansión Hurtado fue bochornoso, no quisiera que sufrieras tanto por una decisión de Benjamín.
Petra no respondió, simplemente mantuvo la cabeza gacha.
Al ver su silencio, Germán añadió:
—Vamos. Hoy la mansión Hurtado está muy animada, incluso más que la vez que viniste a armar un escándalo. Ve a echar un vistazo.
Dicho esto, se dirigió hacia el ascensor.
Petra se quedó inmóvil en su sitio. No fue hasta que Germán ya estaba dentro del ascensor y la apuró que ella finalmente caminó para reunirse con él.
Mientras las puertas del ascensor se cerraban, Germán dijo con voz profunda:



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Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Traición en Vísperas de la Boda
Me gustaría saber cuántos capítulos faltan y cuando los publicará...