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Maldito hermanastro romance Capítulo 1

1

«Un maldito desastre»

No sé cómo empezar con toda esta historia.

La verdad, desde que conocí a Aarón Sullivan mi vida cambió por completo y ojalá hubiese sido para bien, eso hubiera hecho mis días mucho más fáciles a su lado, pero no. Mi maldito hermanastro decidió ser el malo de la historia y todo empezó un día de verano en mi cumpleaños número veintiuno…

Apresuro el paso por el pasillo de la facultad de diseño de modas al notar la presencia de Bobbie una vez más detrás de mí. Aprieto con fuerza mis libros contra mi pecho mientras que mi corazón no deja de bombear con fuerza.

Observo el reloj de pared que está reposando en mi lado derecho y termino prensando mi labio inferior al notar que faltan cinco minutos para las diez en punto de la mañana. Kitty junto a mis demás amigos deben de estar esperándome en la cafetería de la universidad para hacer una pequeña reunión porque hoy es mi cumpleaños.

Esperen… ¿Ya les había dicho? Hoy es mi cumpleaños y más que celebrar mi día especial, realmente mi felicidad es porque papá prometió regresar de su viaje de negocios. Hacía más de tres meses que no lo veo y estoy demasiado emocionada por volver a abrazarlo y ser de nuevo él y yo contra el mundo.

—¡Mina! —Brinco sobre mis pies al oír la voz de ese cerdo asqueroso, Bobbie ha estado detrás de mí desde que empezamos el primer semestre en diseño de modas, su aspecto es de lo peor, su cara siempre está grasosa y ni hablar de su aspecto físico, es demasiado intimidante y difícil de ver en realidad.

—¡¿Qué quieres?!—me giro sobre mis pies porque ya no aguanto esta situación, ¿Por qué debo huir de alguien que no deseo? Lo sé, debería de decirle que no me gusta y asunto arreglado, ¿No? Pues… ¡No! ¿Creen que he hecho miles de cosas para que el gordo de Bobbie deje de joderme?

—Fe…—Ruedo los ojos porque aquí va otra vez, ¡¿A caso este pedazo de imbécil no puede hablar bien? —Fe… Feliz… Cum…Pleaños…—En sus manos temblorosas y sudorosas al igual que todo su apestoso cuerpo trae consigo una pequeña caja de color rosa que está tan húmeda como él.

Mi rostro de horror debe ser notable ya que sus ojos se llenan de lágrimas al ver la decepción de que no tomo su preciado regalo que quizás le ha costado demasiado conseguir.

—¿Qué hablamos la semana pasada, dime? —Espeto tomando con algo de asco el paquete que me acaba de regalar—Te dije que dejes de estar persiguiéndome, no quiero seguir siendo grosera ni una perra contigo, pero Bobbie, ya te he dicho miles de veces que tú…

El chico de mirada verdosa pero triste me señala con la mano para que me ahorre quizás mis palabras—¿Por qué no te gusto? —Lo miro de abajo hacia arriba—Yo sé que puedo mejorar y…

—¡Basta! —Grito con demasiada fuerza haciendo que varios alumnos nos empiecen a ver—¡No me gustas! ¿Por qué debemos tener la misma conversación cada semana? —Su regalo que aun sostenía entre mis manos cayó sobre sus pies dejándome ver adentro de esta, una pequeña y hermosa cadena de plata—Por favor, deja de hacerte daño y…

Mis ojos se abrieron con violencia cuando las manos del asqueroso sujeto delante de mí, tomaron con posesividad mi rostro para así pegar sus labios fríos sobre los míos. Mis brazos se sentían inmóviles, mis ojos podían ver como las personas empezaban a tomarnos fotos y reaccioné.

Mis piernas comenzaron a patearlo, pero el imbécil insistía en meter su lengua hasta mi garganta; así que como pude mordí su labio inferior con salvajismo hasta que por fin se separó de mí, emitiendo así gritos intermitentes de dolor.

El mentón de Bobbie estaba cubierto de sangre al igual que los dedos que sostenían el fluido sanguíneo, mis piernas se sentían débiles así que sin pensarlo caí sentada sobre el suelo, ¿Por qué me pasa esto a mí? Algunas compañeras me ayudan a levantarme así que los miro a todos asustada. ¿Qué dirá papá cuando regrese y vea que problema he causado por culpa de ese idiota?

—¡¿Qué está sucediendo aquí?!—Entierro la cabeza al oír la voz del subdirector de la universidad de Western, está confirmado, mi padre me va a matar—¡Romina! ¡Bobbie! A dirección ambos.

Corro rápidamente hacia el hombre canoso y lo tomo del borde de su americana negando, pero este solo abre los ojos, decepcionado—Me… Me estaba defendiendo…—Un par de alumnos levantaron al tipo del suelo para llevarlo a enfermería, su herida se ve más grave de lo que creí—¡Me forzó! Me tomó a la fuerza… ¿A caso tengo que permitir que profanen mi cuerpo y callarme por eso?

Tobías Priston me miró incrédulo—Tu padre llega hoy, Romina, ¿Cómo le explico a la junta directiva de esta prestigiosa universidad que la hija del director masacró los labios del mejor alumno de esta generación?

Dios santo… ¿A caso esto es real? —Espera…—Caminé detrás de ir en dirección hacia las oficinas de la rectoría—¿Me estás diciendo que les importa más las perfectas calificaciones de ese abusador que yo? ¡¿Qué parte de que me besó a la fuerza no entendiste?

El hombre de cabello patinado abrió los ojos, indignado y algo aturdido, sus dedos tocaron el puente de su nariz para luego colocar sus lentes sobre el escritorio que estaba justo detrás de él—Romina, ya no eres una niña, te conozco desde que tu mamá…

Abrí los ojos y no pude evitar bajar la cabeza, mamá nos había abandonado cuando aún era muy pequeña así que no tenía demasiados recuerdos sobre ella; recuerdo que desde entonces hemos sido solo papá y yo contra el mundo.

Mi primer diente, mi primer ciclo menstrual, mi primer amor y hasta mi primera vez siempre me ha guiado mi padre.

—¿Era más bonita que yo? —Tobías relajó los hombros para luego abrazarme, Harold y él han sido amigos desde la universidad así que lo consideramos como parte de nuestra familia—La extraño mucho… Sé que, si ella hubiese estado aquí conmigo, estaría golpeándote porque alguien tocó a su bebé…

Ambos nos reímos—Le daré una amonestación a Bobbie…—Levanté la cabeza para protestar, pero negó abriéndome los ojos—Sabes muy bien que será difícil hacerle algo, él tiene las mejores calificaciones de la historia de la universidad de Western y sí le hacemos cualquier cosa, todos irán en contra de ti.

—Por ser parte de la familia fundadora…—El tío asintió—¿Ya puedo irme?

—Sí…—Tobías volvió a colocarse sus lentes—Dile al chico de trasferencia que está allá afuera que ya puede pasar…—Me detuve en seco.

—¿Transferencia a mitad de año? ¿Papá lo permitió? —El subdirector apretó la mandíbula como si se le hubiese escapado algo realmente importante y que obviamente deseaban que no supiese—¿Has hablado con mi padre?

—Son como galletas, ¿sabes? —Fruncí en entrecejo porque no entendía lo que quería decirme—Se ven deliciosas, pero las tocas y solo se vuelven polvo siendo ahora completamente incomibles… Crees que nadie en digno de ti, ¿no? ¿Te sientes perfecta? Ya me imagino que debes de estar pensando, ¿Ese chico apestoso que se cree? Le diré a mí papi que me compre un carro nuevo porque…—Mi mano golpeó con fuerza su rostro.

Cumpleaños feliz…

Mis manos se sienten un poco sudorosas, pero termino deteniendo mis pasos al oír un ligero lloriqueo dentro del salón de clases. Mi corazón se quiere salir de mi pecho y todo empeora cuando el sonido de golpes llena mis oídos estremeciendo mi cuerpo por completo.

Aprieto los dientes convencida que quizás todo esto sea producto de mi imaginación, no puedo tener tan mala suerte para que un fantasma quiera llevarse mi alma justamente hoy en mi cumpleaños, ¿Verdad? El sonido de golpes y pequeños quejidos se hacen más fuertes y constantes. Mi respiración se siente densa, tomo algo de aire y coloco mi mano derecha sobre el picaporte de la puerta y la giro por cuidado dándome cuenta de la realidad.

Una de las porristas de la universidad está encima de un tipo que no logro ver con claridad, la chica salta sobre la polla prominente y endurecida de aquel hombre y se sacude como si quisiera quedar bien delante de él.

El tipejo chupa sus senos entre tanto las caderas de aquella alumna se agitan como si su vida dependiera de ello—Agh...—Solloza la pelinegra intentando besar su boca que por cuestiones que desconozco no deja tocar—¿Te gusta?

La voz del sujeto se escucha demasiado baja, como puedo me agacho para tomar mi móvil sobre mi escritorio y salir como entré, pero de repente y de una forma en la cual no puedo explicar, unos ojos oscuros como la noche y misteriosos como la muerte me observan sonrientes. Aarón, como creo que se llama aquel imbécil; toma las mejillas de la chica para juntar sus labios con los de ella quizás ignorando que hasta hace un momento le suplicaba que lo hiciera.

Sus ojos están fijos sobre mí—¿Te gusta mirar?

La mujer se gira hacia dónde estoy observándome con odio, y como no, le acaba de dañar tal vez el mejor polvo de su maldita vida, pero lo que realmente no podía creer era que yo, Romina Western, hija de una de las mejores familias en Madrid esté metida en esta situación tan vulgar y precaria.

—¿Saben que esto no es un motel? —Solté agarrando rápidamente mi móvil y llevándolo así hasta mi pecho—Señor Aarón, ¿Usted no acaba de llegar a esta institución? —La chica se bajó de sus piernas acomodando así su uniforme deportivo.

—¿También quieres?

Bufé, divertida—No me van los perros callejeros… ¿Tienes pulgas?

—¿Qué quieres, Western? —Preguntó la mujer luego de algunos segundos en silencio—Ya tienes tu móvil, ¿Puedes dejarnos terminar? —Negué señalando la cámara de seguridad a un costado del salón que apuntaba perfectamente hacia ellos.

—¿Sabías que los salones de arte tienen cámaras de seguridad por el material y las obras que usan los artistas? —Aplaudí alejándome—¡Acaban de hacer el mejor porno de sus vidas! ¿Tú no estás becada, María? Con esto estas fuera…

Abrí la puerta para salir de allí, pero pelinegra me agarró de la mano—¡Ayúdame, Romina! —Aarón tomó su chamarra para luego colocarse una gorra negra que reposaba en la silla conjunta a él; con el rostro tan relajado como si no le importara que esto amerita una expulsión sin apelación—¡Eres la hija del director! —El rostro de aquel hombre palideció repentinamente, su mano sostuvo el espaldar de una de las sillas dentro del salón mientras que sus ojos me fulminaron como si le debiera algo.

—Esto es una falta y lo siento, yo no tengo poder en las decisiones educativas de la universidad de mi familia.

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