No Me Dejes, Aunque No Te Lo Mereces romance Capítulo 178

Una tras otra, más de una decena de fotos mostraban a Johana acompañando a Hugo y su hija Berta, todos juntos comiendo pollo frito y hamburguesas.

En las imágenes, Johana sonreía con una calidez que parecía abrazar la primavera. Atendía a Berta con esmero, y la niña, de vez en cuando, le daba de comer a ella y a Hugo. Hugo también cuidaba de Johana, como si existiera entre los tres un lazo invisible y fuerte.

Cualquiera que viera esas fotos podría pensar que eran una familia, una de verdad.

A medida que Ariel deslizaba el dedo para pasar las fotos, la alegría que veía en el rostro de Johana lo llenaba de una incomodidad amarga. Entre más sonreía ella, más se le endurecía el gesto a él.

A un lado, Maite notó el cambio en la expresión de Ariel. Dejó el tenedor sobre el plato y, suavizando la voz, le preguntó:

—Ariel, ¿qué pasa?

Ariel salió de WhatsApp, dejó el celular sobre la mesa con un movimiento ni brusco ni suave y contestó, sin mostrar emoción alguna:

—Nada.

Maite, al verlo tan seco, intentó distraerlo sirviéndole más comida:

—No has probado casi nada, come un poco más.

Pero aunque Maite se esforzaba por ser la compañera ideal, Ariel solo podía pensar en las imágenes de Johana compartiendo mesa con Hugo y Berta. Se le formó un nudo en el estómago, uno que no se le deshizo ni al acabar la reunión familiar.

Sin embargo, pese a ese malestar, cuando terminó el almuerzo de la familia Carrasco, Ariel no fue a buscar a Johana. Ni la contactó ni le preguntó nada sobre lo que había visto.

Vio las fotos y ya. Como si nada. Como si todo siguiera igual.

...

Al caer la tarde y terminar la jornada de trabajo, Johana salió del edificio de oficinas. Llevaba su bolso en el brazo y las llaves del carro en la mano, los tacones repicando contra el suelo camino al estacionamiento al aire libre.

De repente, un carro negro estacionado cerca tocó el claxon varias veces.

Johana volteó y, al reconocer la placa, aminoró el paso hasta detenerse.

—Ariel.

¿Qué hacía ahí?

Él, desde el interior, bajó la ventana con desgano, acomodó ambas manos en el volante y, con una mirada perezosa, le habló:

—¿Qué haces parada ahí? ¿No vas a tu casa?

Al escuchar su voz, Johana reanudó el paso y se acercó.

Entonces Ariel, casi sin ganas, le dijo:

—Súbete.

Su actitud despreocupada hizo que Johana lo mirara con inquietud, pero igual abrió la puerta y se subió. Algo en su interior le decía que Ariel quería hablar de algo importante.

Apenas Johana se acomodó, Ariel arrancó el carro y la llevó directo a un restaurante.

Capítulo 178 1

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