No Me Dejes, Aunque No Te Lo Mereces romance Capítulo 24

—¡Joha! —La voz de Raúl no terminó de sonar cuando Ariel volteó al instante, mirando hacia allá con sorpresa.

Al darse cuenta de que, en efecto, era Johana quien estaba justo frente a ellos, Ariel instintivamente apagó el cigarrillo que tenía entre los dedos.

Jamás se le ocurrió que la persona en la habitación de al lado terminaría siendo Johana.

Ambos hombres se quedaron mirando a Johana, atónitos, pero ella lucía tan tranquila como si nada hubiera pasado.

Le lanzó una mirada a Ariel y luego se dirigió a Raúl con una sonrisa serena.

—Salí un momento a contestar una llamada, así que regreso a la sala privada. Sr. Raúl, ustedes sigan con lo suyo.

Johana se mantuvo calmada y serena, como si no hubiera escuchado nada, como si nada fuera importante.

Dicho esto, Johana se dio la vuelta y volvió a la sala privada.

...

A lo lejos, los dos hombres la vieron alejarse. No fue hasta que la figura de Johana desapareció por completo que Raúl giró para mirar a Ariel.

—Qué mala suerte, en serio. Resultó ser Joha la que estaba al lado.

—Seguro va a regresar a sentirse mal a solas otra vez... Pero bueno, así no tienes que decirle nada tú mismo. Seguro Joha ya se imagina lo que ocurre.

Ariel apartó la mirada y volvió a apoyarse en la baranda, con ambos brazos extendidos. Su rostro estaba inexpresivo mientras contemplaba las luces lejanas de la ciudad.

Raúl, al notarlo, adoptó la misma pose y, girándose, soltó:

—Ariel, ¿de veras crees que Joha quiere divorciarse solo para quedarse con tu dinero?

Ariel sonrió de lado.

—Lo que pasa por su mente solo lo sabe ella.

Después de esto, los dos charlaron un rato más y luego regresaron a la sala privada.

...

Al volver, Johana estaba sentada junto a Marisela, observando cómo ella jugaba cartas con otros.

Ni se percató del regreso de Ariel y Raúl, y tampoco volvió a dirigirle la mirada a Ariel.

Llegada la medianoche, el celular de Ariel sonó otra vez. Era Maite quien lo llamaba.

Ariel salió a contestar la llamada y, al regresar, tomó su saco y le dijo directamente a Raúl:

—Me surgió algo, tengo que irme. Marisela y Johana, ¿puedes encargarte de que alguien las lleve a casa luego?

—Claro, tú ve tranquilo —respondió Raúl sin dudar.

A esa hora, y con una llamada así, no podía ser otra más que ella. Por eso Raúl ni siquiera intentó retenerlo.

Total, ni aunque quisiera podría lograrlo.

Marisela se dio cuenta de que Ariel se marchaba y alzó la voz:

—¿Ya te vas? ¿Tan temprano?

Ariel se detuvo y Johana también levantó la vista para observarlo.

Mirando a Marisela, Ariel respondió sin mostrar emoción:

—Sí, Raúl te llevará a casa después.

—Ya te toca jugar, Marisela. Tienes buenas cartas, no desperdicies la mano.

Raúl también intervino para calmar el ambiente.

—Ya estuvo, sigamos jugando, no se distraigan.

Con ese comentario de Raúl, el grupo recuperó el ánimo y reiniciaron la partida entre risas y bromas.

...

A la una de la madrugada, varias de las chicas empezaron a bostezar y a sentir sueño, así que Raúl decidió dar por terminada la reunión.

Bajaron todos juntos y al llegar a la entrada del KTV, vieron estacionado un carro negro de lujo, con placas que decían “666666”.

Al ver el carro, los ojos de Marisela brillaron al instante; se le pasó el sueño y la borrachera casi de golpe.

¿No era ese el carro de la familia? ¿No era el de Néstor?

Mientras lo pensaba, la puerta del conductor se abrió y de ella salió una pierna larga, enfundada en pantalón de vestir negro y zapatos elegantes.

Cuando Néstor bajó por completo, Marisela soltó un grito emocionado y salió corriendo hacia él.

Al llegar frente a Néstor, lo abrazó con fuerza y, llena de emoción, le preguntó:

—¡Néstor! ¿Cuándo regresaste?

Y enseguida añadió:

—¿Por qué no me avisaste? ¿Cómo supiste que yo estaba aquí?

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