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No Me Dejes, Aunque No Te Lo Mereces romance Capítulo 91

Johana seguía mirándolo, sin apartar la vista. Preguntó, con voz tranquila:

—¿Entonces vamos a seguir así, sin resolver nada?

Podía sentirlo, en el fondo Ariel también quería separarse, solo que él le daba demasiadas vueltas al asunto.

Ariel la miró a los ojos, y su voz salió serena, como si nada pudiera alterarlo:

—Apenas sales de la empresa y ya quieres correr a hacer los trámites… Johana, no me digas que de verdad te fijaste en Hugo.

Su voz tenía ese tono magnético que siempre la había hecho dudar de sí misma.

Johana no pudo evitar soltar una pequeña risa, le parecía absurdo que Ariel sacara a Hugo a relucir, pero no se molestó. Respondió, manteniendo el tono calmado:

—Si quieres insultarme, hazlo directamente. Pero no metas a otros en esto. Ya lo entendí: no somos compatibles. No tengo la capacidad para ser una buena subdirectora, ni para ser parte de la familia Paredes. Mucho menos para ser la "señora Paredes".

Le había tomado tres años llegar a esa conclusión tan simple.

Cuando Johana mencionó sus supuestas limitaciones, Ariel no pudo evitar reírse.

Ella lo notó, pero no se alteró. Solo preguntó, serena:

—Ariel, tú prometiste que sí ibas a divorciarte. ¿Ahora qué piensas de todo esto?

Ariel apartó su mirada de Johana, se quedó viendo el techo durante un buen rato y, sin apuro, finalmente contestó:

—Primero quiero ver cómo reaccionas ahora que saliste de la empresa.

Luego añadió, con ese tono pausado que a veces la exasperaba:

—Johana, desde el momento en que aceptaste esta boda, debiste saber que no era solo entre tú y yo, ni siquiera entre dos familias. Este matrimonio implica mucho más que cualquier matrimonio común.

Lo que decía Ariel era cierto. Johana se quedó callada, sin ganas de discutir. Al principio, ella pensaba que Ariel sentía algo por ella, que podrían tener una vida buena juntos.

Había sido demasiado ingenua.

Johana guardó silencio, y Ariel tampoco dijo más.

Ella se dio la vuelta, dándole la espalda a Ariel. Él tampoco la detuvo.

Cuando él intentó besarla de nuevo, Johana apartó el rostro, negándose a corresponderle.

Ariel no se molestó, solo se inclinó y rozó su oído, explicándole en voz baja:

—Aquella noche estaba en una reunión. Hay cámaras en la sala de juntas del hotel.

Tal como lo esperaba, al escuchar eso, Johana se relajó un poco. Giró la cabeza para mirarlo, sorprendida por la explicación.

Ariel sabía exactamente qué decir para captar su atención.

Se miraron por un instante. Johana no imaginaba que Ariel se tomaría la molestia de aclararle algo así.

Al verla de esa manera, Ariel volvió a inclinarse y la besó de nuevo.

Esta vez, el beso fue suave, casi etéreo, lleno de ternura y deseo contenido.

Johana apretó ligeramente los puños. Ariel le aflojó las manos y entrelazó sus dedos con los de ella, besándola con una dulzura que parecía querer borrar todas las heridas del pasado.

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