A história de ¡Por favor, sé mi pareja! está atualmente postada em Capítulo 124 e recebeu críticas muito positivas de leitores, a maioria dos quais leram ou estão lendo. Esta é uma história muito apreciada! Sou até mesmo fã de Internet, por isso estou ansioso por Capítulo 124. Espere para sempre. @@ Leia Capítulo 124 ¡Por favor, sé mi pareja! do autor Internet aqui.
Punto de vista de Riven
No podía dormir y había estado sentada casi durante las dos últimas horas. Tenía dos ideas que no podía quitarme de la cabeza. Primero, no dejaba de pensar en mi cita con Zaden y, segundo, había estado pensando en el plan de Wendy. Sabía que ella tenía razón, cuanto más supiéramos sobre nuestra enemiga, más fácil nos resultaría derrotarla. Ya era medianoche y todos estaban dormidos, excepto yo, pero no sabía por qué, tan solo no podía conciliar el sueño. Tal vez me haría bien salir a correr. Salí de la casa desnuda con mi ropa en un bolso y me transformé. Rhea me había estado pidiendo que saliéramos a correr durante mucho tiempo, pero había estado muy ocupada y no aceptaba. Ahora era el mejor momento para correr. Además, podía echar un vistazo alrededor de la frontera para ver si todo estaba bien.
Me eché a correr sin rumbo. Era increíble sentir el viento golpeando mi pelaje y la tierra húmeda bajo mis patas.
Había estado corriendo durante unos treinta minutos, pero parecía que todavía no podía tranquilizarme. De repente, tuve una de las mejores ideas que había tenido en este día y me dirigí al claro. Me transformé de regreso a mi forma humana y me apresuré a vestirme. Cuando terminé, caminé hacia el agua y me quedé sentada durante unos cinco a diez minutos en paz hasta que sentí un aroma familiar.
“Una mujer tan hermosa como tú no debería estar aquí en medio de la noche”, me dijo.
“¿Eso fue un cumplido?”.
“No, fue un consejo”. Sonrió.
“Gracias, pero puedo cuidarme sola. No olvides que limpié el suelo contigo durante el entrenamiento”.
Puso los ojos en blanco.
“¿Qué haces aquí tan tarde?”, me preguntó mientras tomaba asiento a mi lado.
“¿No debería preguntarle lo mismo?”.
Se encogió de hombros. “En caso de que lo hayas olvidado, soy el Alfa de esta manada y es mi deber garantizar la seguridad de todos los miembros, así que solo vine a revisar las patrullas fronterizas”. Asentí en señal de comprensión. “Pero todavía no has respondido a mi pregunta”, insistió.
Suspiré. “No podía dormir”. En realidad, no estaba de humor para hablar en este momento, así que mantuve mis respuestas cortas.
“¿Qué estás pensando?”. Volvió a insistir y le lancé una mirada que decía: “No quiero hablar”, a lo que me respondió un gesto con la mano como si estuviera cerrando la boca con sus dedos. No me molestaba quedarme sentada junto a él, mirando a la nada, pero ni siquiera yo sabía por qué sentía que algo andaba mal.
“Lo siento. No sé por qué, pero…”, dije después de un tiempo en silencio, pero no pude completar mi oración.
“¿Pasó algo?”, preguntó.
“Sí”. Entonces le conté sobre nuestro plan y por qué estaba en contra de él.
“Entiendo. Estás preocupada por tus amigos porque los quieres mucho y es normal, pero esas preocupaciones no deberían impedirnos tomar riesgos”, comentó.
“¿Qué quieres decir?”, pregunté.
“Sabes, cuando comenzamos a entrenar cachorros jóvenes, dejamos que sus padres estén presentes solo en el primer día de entrenamiento”.
“Lo sé, pero ¿por qué?”.
“Porque, cuando los entrenamos, es normal que salgan heridos. Si sus padres están con ellos, no soportarían ver cómo sus cachorros se lastiman. Sin embargo, saben que sus hijos deben entrenar para poder sobrevivir, por eso nunca se niegan a que lo hagan”.
“¿Me dijiste eso porque quieres que me arriesgue a enviar a mis amigos a un territorio desconocido porque es necesario para que sobrevivamos?”.
“¡Exacto!”.
“Ese fue un buen consejo, Alfa. No puedo creer que vaya a decirte esto, pero gracias. Tienes razón, no puedo dejar que mis preocupaciones se interpongan en la supervivencia de todos los demás”, dije en un tono sarcástico.
“Es un placer, Luna, pero mis consejos no son gratis”, respondió en broma. Me gustaba este lado de él.
“Lo siento, no traje mi billetera conmigo. Te pagaré mañana”.
“Bueno, no acepto dinero. Tendrás que pagarme con un intercambio cada vez que necesites usar mis servicios”.
“¿Qué intercambio?”. Me acerqué sin vergüenza.
Comentários
Os comentários dos leitores sobre o romance: ¡Por favor, sé mi pareja!